INVESTIGACIÓN CLÍNICA
Tratamiento
mínimamente invasivo para fracturas toracolumbares
Matías Pereira Duarte, Gastón Camino Willhuber,
Martín M. Estefan, Gonzalo R. Kido, Julio Bassani, Matías G. Petracchi,
Carlos A. Sola, Marcelo Gruenberg
Sector Patología del Raquis, Hospital Italiano de Buenos
Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Resumen
Introducción: Las técnicas mínimamente
invasivas para tratar las fracturas toracolumbares se
han desarrollado con el objetivo de
reducir, al mínimo, la morbilidad perioperatoria. El
objetivo primario de este estudio fue evaluar los resultados clínicos y
radiológicos de una serie de pacientes con diagnóstico de fractura toracolumbar por causa traumática tratados con
procedimientos mínimamente invasivos. Materiales
y Métodos: Se llevó a cabo un análisis retrospectivo de los datos
demográficos, radiológicos pre y posoperatorios, y
funcionales posoperatorios mediante el índice de Oswestry
y la escala analógica visual para dolor, en una serie de pacientes que cumplían
los criterios de inclusión. Se registraron las complicaciones y la estancia
hospitalaria. Resultados: Se
analizaron 15 pacientes (10 hombres) con una edad promedio de 59 años y un
seguimiento promedio de 32.9 meses. Los
pacientes tenían un dolor promedio posoperatorio de 2/10 y un valor promedio
del índice de Oswestry de 14/100. El análisis
radiológico mostró un valor promedio preoperatorio de cifosis de 16°, que se
corrigió a 10° (p = 0,01). La altura promedio de la vértebra comprometida fue
de 18 mm en el preoperatorio y de 21 mm en el último seguimiento (p = 0,02).
Hubo tres complicaciones (20%) en tres pacientes. La estancia hospitalaria
promedio fue de 9 días. Tres pacientes fueron internados nuevamente dentro de
los 90 días de la cirugía. Conclusión:
El tratamiento de las fracturas toracolumbares por
causa traumática mediante técnicas mínimamente invasivas fue un procedimiento
seguro y logró buenos resultados clínicos y radiológicos en el seguimiento a
mediano plazo.
Palabras clave: Fractura toracolumbar;
estabilización percutánea; cirugía mínimamente invasiva; fusión lumbar;
artrodesis tora-columbar.
Nivel de Evidencia: IV
Minimally Invasive Treatment for Traumatic Thoracolumbar Fractures
Abstract
Introduction: Minimally invasive
techniques for the treatment of thoracolumbar fractures have been developed to
reduce peri-operative morbidity. The primary purpose
of this work is to evaluate the clinical and radiological outcomes in a group
of patients with traumatic thoracolumbar fracture treated with minimally
invasive procedures. Materials and
Methods: Taking a group of patients within the inclusion criteria, we
retrospectively analyzed demographic data, along with pre and postoperative
radiographic measurements and postoperative functional scores, using the Oswestry Disability Index and the Visual Analog Scale for
pain. We recorded the complications and the hospital stay. Results: 15 patients were analyzed (10 of them were male). The
average age was 59 years, and the average follow-up was 32.9 months. The
patients presented an average postoperative pain score of 2/10 and an average Oswestry Disability Index score of 14/100. The radiographic
analysis showed an average preoperative segmental kyphosis value of 16° that
was corrected to 10° (p = 0.01). The preoperative average height for
compromised vertebrae was 18 mm, with an average height of 21 mm at the last
follow-up (p = 0.02). There were 3 complications (20%) in 3 patients. Hospital
stay was 9 days long on average. Three patients were rehospitalized
within 90 days after surgery. Conclusion:
The treatment of traumatic thoracolumbar fractures by minimally invasive
techniques was a safe procedure, with good clinical and radiological results in
the medium term of follow-up.
Key words: Thoracolumbar fracture; percutaneous
stabilization; minimally invasive surgery; XLIF; thoracolumbar arthrodesis.
Level of Evidence: IV
Introducción
Las fracturas de la región toracolumbar
son las más frecuentes de la columna vertebral,1 a menudo, son
causadas por lesiones de alta energía, incluidos los accidentes vehiculares y
las caídas de altura. Estas lesiones generan dolor, deformidad y pérdida de la
función.2 El objetivo del tratamiento consiste en la estabilización
de las regiones traumatizadas y la descompresión si hay compromiso neurológico.
El abordaje posterior convencional es considerado el
apropiado para pacientes con compromiso neurológico o sin él, y con fracturas
por estallido y lesiones del complejo ligamentario
posterior, con buenos resultados clínicos y radiológicos.3 Sin
embargo, se ha asociado con complicaciones perioperatorias
significativas, como pérdida sanguínea, infecciones y hospitalización
prolongada.4 La desnervación y desvascularización de los músculos paraespinales
durante este abordaje traen aparejada la consiguiente atrofia muscular.5
Esta desfuncionalización está asociada con la
fisiopatología de dolor lumbar crónico.6,7
La fijación percutánea con tornillos pediculares y la
cirugía mínimamente invasiva han evolucionado como una alternativa para el
tratamiento de fracturas toracolumbares, con el
objetivo de reducir, al mínimo, la lesión de los tejidos blandos8 y
la morbilidad perioperatoria.9 La técnica percutánea, en particular,
fue descrita inicialmente para el tratamiento de la enfermedad espinal
degenerativa;10 requiere incisiones de 1 cm para cada tornillo y
tubos dilatadores que disecan, de manera roma, la musculatura paraespinal. Al preservarla, limita la hemorragia, reduce
la posibilidad de infección y disminuye el dolor posoperatorio. Asimismo,
permite disminuir la estancia hospitalaria y acelerar la rehabilitación, y
mejora los resultados funcionales posoperatorios.11-13 Disminuir la
pérdida de sangre es particularmente importante en los casos de trauma espinal,
así como en los pacientes geriátricos de alto riesgo.14
En nuestro Servicio, el tratamiento de las fracturas toracolumbares ha ido evolucionando hacia técnicas cada vez
menos agresivas, y el abordaje convencional quedó limitado a los pacientes que
así lo requieran. En los últimos años, hemos obtenido buenos resultados con
artrodesis posteriores cortas de cuatro niveles15 o ultracortas de
dos niveles16 y, en la actualidad, llegamos a la implementación de
técnicas mínimamente invasivas o percutáneas para su tratamiento.
El objetivo primario de este estudio fue evaluar los
resultados clínicos y radiológicos de una serie de pacientes con diagnóstico de
fractura toracolumbar de causa traumática tratados
con cirugía mínimamente invasiva o percutánea en nuestro centro asistencial.
Como objetivo secundario nos propusimos estudiar la
seguridad y la precisión en la colocación de los tornillos por vía percutánea.
Materiales y Métodos
Con la aprobación previa del protocolo de investigación
por parte del Comité de Ética Profesional de nuestra institución, se llevó a
cabo un análisis retrospectivo de los pacientes con diagnóstico de fractura
traumática de la columna toracolumbar que cumplían
con los siguientes criterios de inclusión: 1) >18 años de edad en el momento
de la cirugía; 2) operado entre enero de 2012 y diciembre de 2017, en nuestra
institución, 3) tratado mediante sistema de fijación percutánea de manera
aislada (Figura 1) o asociada a artrodesis anterior mínimamente invasiva
(Figura 2), 4) un seguimiento mínimo de 6 meses.
En este período, se trataron 129 fracturas vertebrales de
causa traumática. Se excluyó a los pacientes: 1) con diagnóstico de fracturas
cervicales, 2) tratados con un abordaje posterior convencional, 3) con vertebroplastia percutánea (Figura 3) y 4) sin historias
clínicas electrónicas completas.
La información fue recolectada desde la historia clínica
electrónica de nuestra institución. Se recabaron los datos demográficos de los
pacientes. Se tomaron los datos de la evaluación clínica en el último
seguimiento y el análisis de los parámetros radiológicos pre y posoperatorios,
en el último control.
Se analizó clínicamente el dolor toracolumbar
según la escala analógica visual (EAV) y mediante el Índice de Discapacidad de Oswestry (Oswestry Disability Index, ODI).17
El grado de compromiso neurológico, al ingresar y en la última consulta de
seguimiento, según la escala de Frankel18 se obtuvo de la historia
clínica.
Se evaluaron el mecanismo de lesión (alta o baja
energía), el nivel de la vértebra fracturada, según la clasificación Magerl/AO19 y el ThoracoLumbar Injury Classification
and Severity Score (TLICSS).20
Con respecto al procedimiento quirúrgico, se recabaron
los siguientes datos: tiempos quirúrgicos de la cirugía percutánea y del
procedimiento mínimamente invasivo (si lo hubo), cantidad de niveles
estabilizados, cantidad de tornillos pediculares colocados por vía percutánea,
días de espera entre la internación y el procedimiento, días de internación
hasta el alta médica, nueva internación institucional no programada en los 90
días de la cirugía y su causa, complicaciones y el tratamiento indicado.
Constatamos los casos en los que se retiró el
implante percutáneo y la causa, así como el tiempo de seguimiento hasta el
retiro.
Para la estabilización de estas lesiones se utilizó el
sistema de fijación percutánea multinivel CD Horizon LongitudeTM (Medtronic Sofamor Danek). Se insertaron
tornillos pediculares poliaxiales con un diámetro de
entre 4,5 y 7,5 mm, según el ancho del pedículo determinado mediante una
tomografía computarizada (TC) antes de la operación. Los tornillos pediculares
se insertaron de acuerdo con puntos de referencia anatómicos usando radioscopia
intraoperatoria. Se evaluaron la seguridad y la
precisión de la colocación de los tornillos pediculares mediante el análisis de
los cortes axiales de TC a los 6 meses de la cirugía, con cortes de 3 mm
utilizando la clasificación descrita por Zdichavsky y
cols.21,22 (Figura 4).
Los procedimientos mínimamente invasivos consistieron en
la artrodesis intersomática por vía lateral23
de uno o dos niveles, con implantes o sin ellos. Se utilizó injerto local, de
cresta ilíaca o de costilla para realizar la artrodesis anterior.
La indicación quirúrgica fue evaluada particularmente en
cada paciente, todos fueron tratados mediante estabilización percutánea con
tornillos pediculares. Además, se consideraron candidatos para una artrodesis
anterior complementaria todos aquellos que cumplían algunos de los siguientes
criterios: 1) fracturas A3 o A4 o B2 según la clasificación de Magerl/AO, con más de 20º de cifosis segmentaria
preoperatoria o compromiso ligamentario de la banda
de tensión posterior o 2) fracturas con un puntaje >4 en la escala TLICSS.
Los pacientes fueron evaluados mediante radiografías, TC
y resonancia magnética al ingresar en la Institución y con radiografías o TC en
el último seguimiento. Se constataron los parámetros lumbopélvicos
antes de la cirugía y después de ella, así como las mediciones referentes a la
fractura: incidencia pélvica, inclinación pélvica, inclinación sacra, lordosis
lumbar, cifosis torácica. Se determinaron la altura del cuerpo vertebral
afectado y la cifosis segmentaria pre y posoperatoria, según la TC, se tomó
como parámetro el extremo anterior del cuerpo vertebral en un corte sagital
estricto y los platillos vertebrales superior e inferior de la vértebra
involucrada, respectivamente24 (Figura 5).
Se evaluó la consolidación de la fractura en la última
consulta de seguimiento mediante TC, se la consideró satisfactoria si se
observaba un puente óseo en la artrodesis intersomática,
así como la reorganización de la trama ósea en la vértebra fracturada cuando se
realizó el procedimiento percutáneo únicamente.
A fin de comparar las mediciones pre y posoperatorias de
un mismo paciente se utilizó un test de T para muestras pareadas utilizando el
programa Stata versión 13.
Resultados
Entre enero de 2012 y diciembre de 2017, 15 pacientes con
diagnóstico de fractura toracolumbar de causa
traumática fueron sometidos a cirugía (Tabla 1): ocho por vía percutánea y
siete combinando técnicas percutánea y mínimamente invasiva
por medio de artrodesis intersomática por abordaje
lateral. En cinco de estos siete pacientes, se utilizó un dispositivo intersomático con injerto óseo autólogo
para otorgar un soporte anterior a la columna. En los dos restantes, solo se
usó injerto óseo autólogo.
El promedio de edad fue de 59 años (rango 22-86). Diez
eran de sexo masculino. El seguimiento promedio fue de 32.9 meses (rango 7-71)
(Tabla 2).
Seis pacientes sufrieron traumatismos de baja energía
(caída de propia altura); nueve, de alta energía (un aplastamiento por
montacargas, cuatro caídas de altura y cuatro accidentes vehiculares) (Tabla
3).
Doce fracturas (80%) estaban a nivel de la transición toracolumbar: una en T11, tres en T12, seis en L1 y dos en
L2. El resto se localizaban en T10, L3 y L4.
Según la Clasificación AO, siete fracturas fueron A3;
tres, A4; dos, B3 y tres, B2 (2 con componente anterior A3 y uno con A4).
Los valores del TLICSS fueron: ocho fracturas ≤3, una, 4
y seis, ≥5.
El tiempo promedio de la cirugía percutánea fue de 121
min (DE 32 min, rango 80-180). La duración promedio de los procedimientos
mínimamente invasivos por vía lateral fue de 160 min (DE 57 min, rango 90-240).
Se fijaron dos niveles en nueve pacientes, tres niveles
en un paciente y, en cinco pacientes, cuatro niveles fueron estabilizados por
vía percutánea.
En los 15 pacientes, se colocaron 96 tornillos de manera
percutánea. Según Zdichavsky y cols.,21,22 75
tornillos fueron colocados en posición 1A; 13, en posición 1B (mejores opciones
de posicionamiento); dos, en 2A; cuatro, en 2B (en las que habitualmente se
debe evaluar la estabilidad, porque existe violación de la pared pedicular) y
dos, en 3B (existe la posibilidad de revisión del tornillo asociada a síntomas
neurológicos o inestabilidad, ya que este se encuentra extrapedicular).
No fue necesario una nueva intervención para reposicionar ningún tornillo.
El promedio de la estancia hospitalaria fue de 13 días
(rango 3-45); el tiempo promedio de espera entre el ingreso y la cirugía fue de
3.7 días (rango 0-11) y el tiempo de rehabilitación desde la cirugía hasta el alta domiciliaria fue de 9.3 días (rango 3-41). Tres
pacientes se internaron dentro de los 90 días de la cirugía: dos por infección de
la herida quirúrgica de la vía percutánea, y requirieron desbridamiento
quirúrgico sin retiro de la instrumentación. El otro paciente se volvió a
internar por una descompensación de su insuficiencia cardíaca de base.
Se registraron tres complicaciones (20%): dos infecciones
de la herida (13%) ya mencionadas, y un paciente que tuvo un dolor intercostal
a los 16 meses de seguimiento y requirió el retiro de material (Tabla 1).
Todos tenían un puntaje de Frankel
E al ingresar, excepto un paciente de 72 años que sufrió una fractura A4 de L4
con compromiso del 40% del canal raquídeo luego de una caída de propia altura,
con un puntaje de Frankel D que evolucionó a E en el
posoperatorio mediato. A este paciente se le realizó una estabilización
percutánea de dos niveles con cuatro tornillos de L3 a L5 y una hemicorpectomía de L4 por vía lateral y artrodesis intersomática con celda rellena con injerto óseo autólogo por técnica mínimamente invasiva.
Todas las fracturas habían consolidado en el análisis
radiológico al final del seguimiento, a los 32.9 meses (rango 7-71).
En dos de los 15 pacientes, se retiró el implante, en uno
a los 16 meses por radiculalgia y, en otro, a los 5
meses por molestias cutáneas.
Los resultados funcionales posoperatorios al final del
seguimiento y los parámetros radiológicos evaluados se detallan en las Tablas 4
y 5, respectivamente.
Discusión
Las tendencias actuales hacia técnicas quirúrgicas
mínimamente invasivas representan un cambio importante en la práctica de la
cirugía espinal. La instrumentación percutánea con tornillos pediculares en el
traumatismo tora-columbar fue comunicada, por primera
vez, en 2004, por Assaker,25 sin fallas de la construcción, mala
posición de tornillos o aflojamiento de ellos. En estudios posteriores, se
demostraron los beneficios de esta técnica comparada con el abordaje posterior
convencional, entre ellos, un menor tiempo quirúrgico, estancia hospitalaria
más corta, menos pérdida sanguínea, menor tasa de infección de la herida y
mejores resultados funcionales y en la evaluación del dolor.9,21,23
Sin embargo, no se hallaron diferencias en cuanto al
ángulo corporal y la altura vertebral anterior posoperatorios entre la cirugía
posterior abierta convencional y la estabilización percutánea.9,26
Las indicaciones clásicas para el abordaje percutáneo
incluyen fracturas con inestabilidad ósea transitoria que no requieren una
reducción ni descompresión significativas. Se incluyen las fracturas tipo A de
la clasificación de Magerl/AO, B1 con compromiso óseo
de la banda de tensión posterior y aquellas con un TLICSS <5.13,25
En nuestra serie, tratamos siete fracturas A3 de la
clasificación de Magerl/AO, tres A4, dos B3 y tres B2
(2 con componente anterior A3 y uno con A4), que corresponden a ocho fracturas
con un TLCISS ≤3, una con 4 y seis, ≥5. A pesar de que Vaccaro
y cols.20 promueven el tratamiento conservador de las fracturas toracolumbares con un TLICSS <4, esta indicación es
sumamente controversial. Los resultados clínicos a largo plazo en fracturas
tipo estallido (A3 y A4) no parecen tener diferencias clínicamente
significativas con ambos tipos de tratamiento, aunque los resultados
radiológicos sean mejores en aquellos operados.27 Asimismo, el tratamiento
quirúrgico de estas lesiones se relaciona con una mejoría del dolor a corto
plazo y tiempos de retorno a las actividades laborales y de la vida cotidiana
más rápidos.28 En este estudio, un subgrupo de ocho pacientes con un
TLICSS <4 fue operado, con su consentimiento y el de su familia quienes
optaron por este método para evitar períodos prolongados de inmovilización,
reposo y dolor junto con las potenciales consecuencias de estos.
La combinación de fijación percutánea con técnicas
anteriores de reconstrucción espinal mínimamente invasivas permite preservar
las ventajas potenciales de este procedimiento. Esta combinación se indica
cuando la fijación posterior aislada no es mecánicamente suficiente (Load Sharing Classification de McCormack
>6),29 aquellas fracturas A3, A4 o B2 que tienen una compresión
vertebral significativa que conduce a la pérdida de la altura del cuerpo
vertebral y un vacío óseo anterior o aquellas con un TLICSS >4. Siete de
nuestros 15 pacientes fueron estabilizados por una vía anterior adicional.
Cuatro fracturas fueron clasificadas como A4 y tres como A3, tres de las cuales
tenían un componente B2. El TLICSS
promedio fue de 4 (rango 2-7).
Una de las ventajas comunicadas de las técnicas
mínimamente invasivas es la tasa más baja de infección del sitio quirúrgico. Ni
y cols.30 informaron una infección superficial en 36 pacientes con
fijación percutánea, que fue tratada solo con antibióticos; Schmidt y cols.,14
y Merom y cols.31 no detectaron
infecciones en 76 y 10 pacientes, respectivamente; y Palmisani
y cols.32 comunicaron una sola infección que requirió el retiro de
la instrumentación en 64 pacientes. Estos estudios14,30-32 informan
una tasa baja de infección comparada con las reportadas para los procedimientos
abiertos convencionales, que varían del 3,1% al 10%.33 En esta
serie, hubo dos infecciones de heridas en 15 pacientes (13%) (Tabla 2). Ambas
requirieron desbridamiento quirúrgico y antibioticoterapia
por vía intravenosa. Los gérmenes aislados fueron Staphylococcus epidermidis
en un hombre de 64 años y Enterococcus faecalis en una
mujer de 58 años. Los dos casos se resolvieron sin que fuera necesario retirar
la instrumentación. Esta complicación
ocurrió en los primeros casos, y consideramos que la escasa experiencia en el
manejo del abordaje quirúrgico favoreció esta situación. Las incisiones más pequeñas
no necesariamente son mejores, los bordes cutáneos sufren el traumatismo
repetitivo durante el procedimiento y se desvitalizan con la distracción con el
instrumental, lo que favorece la colonización y la infección. Cabe destacar que si la cantidad de pacientes es baja, puede influir en
los resultados, sobrestimando la tasa de infección. No ocurrió esta
complicación en el resto de la serie. Estos abordajes mínimamente invasivos
también favorecen una estancia hospitalaria más corta9,30,34 debido
a una rehabilitación más rápida. Merom y cols.31
hacen referencia a que los pacientes tratados por vía percutánea lograron
deambular en uno o dos días, mientras que los tratados mediante un abordaje
posterior convencional lo hicieron a los tres o cuatro días. En una revisión
sistemática de 2015, Phan y cols.9
comunican que la estancia hospitalaria promedio para los procedimientos
mínimamente invasivos en 279 pacientes con fracturas toracolumbares
fue de 10.7 días. Nuestros pacientes permanecieron internados un promedio de 9
días después de la cirugía (rango 3-41), este último corresponde a una mujer de
60 años que tuvo una internación prolongada como consecuencia de un accidente
de alta energía con lesiones en múltiples órganos. Este valor es comparable con
los datos de otras series.9,34 Asimismo, tres de 15 pacientes (20%)
tuvieron reinternaciones no programadas dentro de los
90 días posoperatorios, dos por infecciones de la herida y uno por una
descompensación de la insuficiencia cardíaca, cumplieron 40, 32 y 21 días de
internación totales, respectivamente, en los tres primeros meses
posoperatorios. No hemos hallado este dato reflejado en otros estudios
similares.
En cuanto al análisis radiológico, se ha publicado que no
existen diferencias estadísticamente significativas en relación con la cifosis
pre y posoperatoria, y la altura del cuerpo vertebral pre y posoperatoria entre
los pacientes tratados con un procedimiento mínimamente invasivo y los operados
por el abordaje convencional.9,26 Pelegri
y cols.,35 y Ni y cols.30 reportan una cifosis promedio
preoperatoria de 16º y 18º, respectivamente, en sus series de pacientes
tratados por vía percutánea; estas mejoraron 8º y 9º en promedio, al final del
seguimiento, respectivamente. Por el contrario, Palmisani
y cols.32 informan una pérdida de corrección promedio de 4º en 57
fracturas tipo A tratadas por vía percutánea con segmento corto. Refieren que
esta pérdida fue mayor con los tornillos poliaxiales
que con los monoaxiales.
En nuestra serie, los pacientes tuvieron una cifosis
segmentaria promedio de 16º (DE 8º), se corrigió y se mantuvo, en promedio, en
10º (DE 8º) al final del seguimiento, esto representa una reducción y un
mantenimiento promedio de 5º, lo cual fue estadísticamente significativo (p =
0,01). De la misma manera, la altura de la vértebra comprometida fue, en
promedio, de 18 mm (DE 3,7) cuando se decidió la cirugía, aumentó y se mantuvo
en un promedio de 21 mm (DE 5) en el último seguimiento, lo que también resultó
significativo (p = 0,02).
Al analizar de manera diferencial aquellos pacientes en
quienes se indicó un abordaje anterior complementario y aquellos es los que no,
se observó que los pacientes con doble abordaje tenían una cifosis
preoperatoria 7º mayor en promedio y una altura corporal anterior 5 mm menor
que aquellos sometidos solo a una estabilización percutánea. Esto concuerda con
los criterios de indicación de un abordaje mínimamente invasivo por vía
anterior asociado a la estabilización percutánea. En el último seguimiento,
esta diferencia se redujo a 2º de cifosis residual promedio (mayor cifosis
residual en el grupo de percutáneo solo, 11º vs. 9º) y a solo 1 mm de altura
corporal vertebral promedio entre ambos grupos.
Se ha estudiado y comparado la colocación precisa de los
tornillos pediculares entre los procedimientos abiertos y percutáneos. Estos
estudios muestran que la orientación percutánea del tornillo pedicular con guía
fluoroscópica, cuando se utiliza una técnica
adecuada, conduce a menos violaciones de la pared pedicular que cuando se
realiza de manera abierta; el procedimiento percutáneo carece de sensación
táctil, lo que aumenta aún más el desafío técnico y la dificultad asociados con
la curva de aprendizaje empinada.36
En nuestra serie, la colocación fue excelente en el
91,7%, 88 de 96 tornillos pediculares fueron colocados en posición 1A y 1B
según Zdichavsky y cols.21,22 (Figura 4)
evaluados mediante TC posoperatoria. El 6,25% (6 tornillos: dos 2A, cuatro 2B)
tuvo una posición buena y solo dos (2%) fueron colocados en posición 3B. No fue
necesario reposicionar ningún tornillo.
Una vez que se produce la consolidación ósea,
teóricamente, la instrumentación puede eliminarse, dado que los discos están
intactos en este tipo de fracturas. Aunque no existe consenso, parece lógico
eliminar la instrumentación de 8 a 12 meses después de que la fractura ha sido
inmovilizada. Wild y cols. eliminaron la instrumentación en todos sus pacientes
y hallaron una pérdida de la corrección durante el año posterior a la
extracción, aunque esta pérdida se estabilizó con el tiempo.26 En
los estudios, se hace poca mención a la extracción de tornillos pediculares, ya
sean abiertos o percutáneos, después de la consolidación de la fractura. Esta
pregunta aún no ha encontrado respuesta en estudios observacionales a largo
plazo. En esta serie, fue necesario extraer la instrumentación en dos pacientes
por molestias locales y por irritación radicular, a los 5 y a los 16 meses,
respectivamente; antes de la cirugía se corroboró la consolidación de la
fractura. Nuestro protocolo no incluye la extracción programada del implante.
El papel de la fijación espinal percutánea y mínimamente
invasiva no reemplaza a las técnicas abiertas, sino que se agrega a las
opciones terapéuticas. Los defensores de estas técnicas citan, entre otras, la
reducción del tiempo operatorio, la menor pérdida de sangre y la disminución de
la alteración de los tejidos blandos ya traumatizados. Por el contrario,
quienes se oponen a la técnica mínimamente invasiva citan la larga curva de
aprendizaje del cirujano y la posibilidad de una restauración inadecuada de la
altura del cuerpo de las vértebras y de la cifosis local. Knox y cols.,37
Patel y cols.38 y Park y cols.39
comentaron sobre los desafíos a los que se enfrentaron en los primeros casos
realizados en sus centros asistenciales. Reportan una mayor incidencia de
complicaciones por la colocación incorrecta de tornillos, la violación de
articulaciones facetarias y la necesidad subsiguiente
de procedimientos operatorios adicionales. En nuestra experiencia, las
complicaciones infecciosas se produjeron en el segundo y tercer paciente
tratado y los dos únicos tornillos colocados en mala posición (3B) fueron en el
primer caso.
Si bien es un estudio retrospectivo con una cantidad
pequeña de pacientes, describe todos los procedimientos percutáneos y
mínimamente invasivos que se realizaron en nuestro Servicio para las fracturas toracolumbares de causa traumática, representando la curva
de aprendizaje en nuestro equipo. A pesar de que el número de la muestra no
tiene el poder suficiente para crear datos con relevancia estadística, hemos
logrado parear los resultados de las mediciones pre y posoperatorias de la
cifosis segmentaria y la altura vertebral, y obtener información que favorece
el empleo de estas técnicas. Destacamos que la mitad de nuestros pacientes
fueron tratados quirúrgicamente a pesar de que el TLICSS resultara <4. Este
es un punto controversial, porque la evidencia disponible27 no es
concluyente sobre el patrón de referencia terapéutico para las fracturas tipo
estallido sin compromiso neurológico.
Creemos necesario continuar la evaluación de esta serie a
largo plazo, prestando especial atención a la necesidad del retiro del implante
para así poder definir, sobre la base de la evidencia, nuestro protocolo de
trabajo con estas técnicas mínimamente invasivas.
Consideraciones finales
El tratamiento de las fracturas toracolumbares
de causa traumática mediante técnicas mínimamente invasivas fue un
procedimiento seguro, con buenos resultados clínicos y radiológicos al final
del seguimiento. Los tiempos de rehabilitación y estancia hospitalaria fueron
comparables a los de otros centros asistenciales, aunque nuestra tasa de
complicaciones fue más alta.
Somos optimistas en el uso de estas técnicas para tratar
fracturas toracolumbares seleccionadas y lograr
reproducir las ventajas reportadas por otros autores.
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https://orcid.org/0000-0002-5684-7679
ORCID de M. M. Estefan: https://orcid.org/0000-0002-7327-8703
ORCID de G. R. Kido: https://orcid.org/0000-0001-5521-7918
ORCID de J. Bassani: https://orcid.org/0000-0002-3340-8606
ORCID de M. G. Petracchi:
https://orcid.org/0000-0001-7350-1816
ORCID de C. A. Sola: https://orcid.org/0000-0001-9606-2107
ORCID de M. Gruenberg: https://orcid.org/0000-0001-7681-7058
Recibido el 24-10-2019. Aceptado luego de la evaluación el 9-7-2020 • Dr. Matías Pereira Duarte • matias.pereira@hospitalitaliano.org.ar • https://orcid.org/0000-0001-5652-2631
Cómo citar este artículo: Pereira Duarte M, Camino
Willhuber G, Estefan MM, Kido
GR, Bassani J, Petracchi
MG, Sola CA, Gruenberg M. Tratamiento mínimamente
invasivo para fracturas toracolumbares. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol 2021;86(1):44-57. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2021.86.1.1026
Información
del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2021.86.1.1026
Fecha de
publicación: Febrero, 2021
Conflicto
de intereses: Los
autores no declaran conflictos de intereses.
Copyright: © 2021,
Revista de la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología.
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