PRESENTACIÓN DE CASOS
Epifisiólisis tibial
proximal tipo IV-A de Ryu y Debenham. A propósito de un caso
Francisco
Palma-Arjona, Carmen R. Valverde Cano
Unidad de Gestión Clínica de Cirugía Ortopédica y Traumatología,
Hospital Universitario de Jaén, Jaén, España
Resumen
Las
epifisiólisis tibiales proximales son un cuadro poco frecuente debido a la
protección que aportan las estructuras circundantes de dicha zona. Por el
desplazamiento que se origina es necesario realizar una exploración vascular
junto a una reducción urgente para prevenir la lesión de la arteria poplítea y
la aparición de un síndrome compartimental. Presentamos a un varón de 10 años
con epifisiólisis de tibia proximal tipo I de Salter-Harris.
Palabras clave: Tibia proximal; epifisiólisis; agujas
de Kirschner; lesión vascular; síndrome compartimental.
Nivel de Evidencia: IV
Ryu and Debenham Type IV-A Proximal
Tibia Epiphysiolysis. A Case Report
Abstract
Epiphysiolysis
of the proximal tibia is a rare injury due to the surrounding structures that
protect the area. In displaced fractures, the evaluation of vascular structures
is mandatory to detect injury to the popliteal artery or the presence of
compartment syndrome. We present a Salter & Harris type I epiphyseal injury
of the proximal tibia in a 10-year-old boy
Key words: Proximal tibia; epiphysiolysis;
Kirschner wires; vascular injury; compartment syndrome.
Level of Evidence: IV
Introducción
Las epifisiólisis de tibia proximal son un tipo de fracturas poco
comunes, representan el 0,5-3% del total de las epifisiólisis.1 La
peculiaridad de este tipo de lesión radica en la disposición ligamentaria de la
rodilla que protege a la epífisis tibial proximal. Son más frecuentes en
adolescentes varones y el riesgo es más alto en las personas con obesidad y en
etapa de crecimiento rápido.1 Hay un alto riesgo de lesión de la arteria
poplítea por el desplazamiento posterior que puede sufrir la metáfisis y de
desarrollar un síndrome compartimental, por lo que es fundamental realizar una
exhaustiva evaluación vascular, y reducir y estabilizar la fractura de manera
urgente. Algunas complicaciones añadidas pueden ser las alteraciones en el
crecimiento fisario, la lesión ligamentaria y meniscal, y la inestabilidad de
la rodilla.2
Presentamos a un varón de 10 años con epifisiólisis de tibia
proximal tipo I de Salter-Harris.
Caso clínico
Varón de 10 años que acudió al servicio de urgencias pediátricas
por un traumatismo en la rodilla izquierda mientras practicaba fútbol. Refería
amnesia del episodio.
En el examen físico, se detectó una importante inflamación de la
rodilla, imposibilidad para la deambulación, intenso dolor con la
flexo-extensión y pulsos vasculares distales presentes. No fue posible evaluar
la estabilidad de la rodilla a causa del dolor.
Se solicitaron radiografías
anteroposterior y lateral de rodilla izquierda, en las que se apreciaba una
epifisiólisis tipo I de Salter-Harris, y tipo IV-A de la clasificación de Ryu y
Debenham3 (Figura 1). Tras informar al paciente y a los padres se
decidió el tratamiento quirúrgico urgente. Se procedió a la reducción cerrada
de la fractura y la fijación con dos agujas de Kirschner (Figura 2). No había
inestabilidad en la rodilla. La evaluación detectó la presencia de pulsos
distales y el examen con oxímetro de pulso también arrojó valores dentro de la
normalidad. Se inmovilizó con una férula inguinopédica.
Cuando el paciente se recuperó de la
anestesia, el dolor había mejorado y la movilidad de los dedos no era dolorosa.
La inmovilización se mantuvo durante cuatro semanas y no se permitió la carga.
Posteriormente se retiraron la inmovilización y las agujas, y se permitió la
flexo-extensión libre y la marcha protegida con bastones durante dos semanas
más (Figura 3).
Se realizaron seguimientos mensuales con radiografías de rodilla y
examen físico hasta completar seis meses desde la lesión, luego a los seis
meses hasta los dos años posteriores a la lesión. No se apreciaron alteraciones
en la fisis tibial proximal y no han aparecido alteraciones angulares en la
rodilla, que se mantiene estable (Figura 4). Se mantendrán las revisiones
anuales hasta que el paciente alcance la madurez esquelética para descartar
alteraciones en el crecimiento.
Discusión
Las epifisiólisis tibiales anteriores son fracturas con una baja
incidencia, representan el 0,5-3% de todas las epifisiólisis.1 Esto se debe a
que la mayoría de las lesiones fisarias se producen por tracción ligamentaria y
la epífisis tibial proximal carece de ellas (salvo la inserción de ligamentos cruzados).
Además, hay que añadir la amplia superficie de contacto con la metáfisis que
disminuye el riesgo de estas lesiones y la protección circular otorgada por las
estructuras adyacentes a la fisis tibial proximal. Lateralmente la epífisis
tibial proximal se apoya en el peroné, la parte interna está en la inserción
distal de la capa superficial del ligamento colateral medial y la inserción del
músculo semimembranoso que va a proteger el ángulo posteromedial. En la parte
anterior, la tuberosidad anterior de la tibia colabora en evitar el
desplazamiento posterior de la tibia. A esta protección debemos sumarle la
disposición inclinada de la fisis que aporta una excelente estabilidad.4
De manera tradicional, se han incluido en las epifisiólisis de
tibia proximal tanto las que afectan a la tuberosidad tibial anterior como las
provocadas por separación de la fisis. Inicialmente se usaba la clasificación
de Salter y Harris, la de Watson-Jones y su posterior modificación por Ogden,
pero estas se limitaban a la afectación de la tuberosidad tibial anterior hasta
que, en 1985, Ryu y Debenham incluyeron un nuevo tipo (IV) que se caracteriza
por la propagación hacia la cortical posterior (tipo IV-A sin afectación de la
cortical = Salter-Harris tipo I) (tipo IV-B con afectación de la cortical =
Salter-Harris tipo II) (Figura 5).3
Este tipo de fracturas pueden
producirse por un impacto directo (accidente de tránsito, golpe directo durante
la práctica deportiva) o por fuerzas indirectas. En 1966, Silberman y Murphy5
elaboran una hipótesis sobre el origen que consiste en una avulsión provocada
por una sobrecarga de fuerzas de tracción sobre la fisis tibial proximal
durante la fase de despegue de un salto en la que la rodilla se encuentra en
flexión. Steiger y Ceroni,4 al analizar estas lesiones en pacientes
que practicaban baloncesto (la actividad deportiva que, con más frecuencia, se
asocia a esta epifisiólisis), establecieron que la fisiopatología consistiría
en una contracción muscular excéntrica con la que el músculo se alarga
contrarresistencia, absorbiendo energía que será transmitida a la epífisis
tibial proximal. Este mismo principio se produciría en la fase de despegue del
salto, como en el aterrizaje o las paradas bruscas. En pacientes de más edad,
se produciría una epifisiólisis tipo II de Salter-Harris (tipo IV-B de Ryu y
Debenham) por la osificación de la región posterior de la fisis.
El riesgo es más alto en varones adolescentes y obesos.1,4
Esta diferencia en cuanto a la distribución según el sexo se debe a que estas
lesiones ocurren, con más frecuencia, en el ámbito deportivo, sobre todo cuando
la exigencia física es mayor (adolescencia), por lo que las mujeres presentan
una osificación completa o casi completa de la fisis tibial proximal, y las
lesiones ligamentarias son más frecuentes.4
El diagnóstico inicial se basa en las radiografías anteroposterior
y lateral de rodilla. Inicialmente será suficiente con estas pruebas, pero si
se sospecha una epifisiólisis tipo III o IV, se debería solicitar una tomografía
computarizada para valorar la extensión de la fractura e incluso una resonancia
magnética para conocer el posible daño de partes blandas, como meniscos o
ligamentos cruzados.
El tratamiento se basa en conseguir la reducción anatómica de la
zona para evitar alteraciones en el crecimiento y en la estabilidad de la
rodilla. Cuando no hay desplazamiento, se puede optar por el tratamiento
conservador con yeso inguinopédico durante 4-6 semanas. Si, por el contrario,
el desplazamiento es >2 mm, como en nuestro caso, se debe recurrir a la
reducción, preferiblemente cerrada, y la fijación con agujas de Kirschner. Esta
osteosíntesis ha de introducirse de proximal a distal a través de la parte no
articular de la epífisis tibial y debe cruzarse distal a la fisis para
conseguir la estabilidad rotatoria.6
El posible desplazamiento posterior de la metáfisis tibial aumenta
el riesgo de lesión de la arteria poplítea, que está unida por unos firmes
tabiques de tejido conjuntivo a la zona posterior de la cápsula articular, lo
que limita su desviación a la adaptación. Por este motivo, se debe reducir y
estabilizar la lesión y prestar mucha atención al estado vascular explorando
los pulsos.7 Asimismo, por la inflamación que se produce puede
aumentar la presión intracompartimental con el riesgo incrementado de síndrome
compartimental. Este aumento de presión en la zona tibial proximal se debe a la
posible lesión de una rama recurrente de la arteria tibial anterior que recorre
el borde lateral de la tuberosidad tibial anterior.8 La incidencia
varía considerablemente según las series consultadas: 17-20% (Frey y cols. y
Palokoff y cols.) y 4% (Pretell-Mazzini y cols.).9-11 Las
estructuras ligamentarias, en principio más resistentes que la fisis, pueden
resultar dañadas ocasionando una posterior inestabilidad de la articulación de
la rodilla,1,4 al igual que la lesión de los meniscos. No se ha
publicado la incidencia de lesiones de estas estructuras (están comprometidas
fundamentalmente en lesiones tipos III o IV) únicamente quedan reflejadas como
reportes de casos.12,13
Las complicaciones tardías pueden ser discrepancias de la longitud
de los miembros y deformaciones axiales. En distintas series, se observa una
diferencia de la longitud de los miembros >25 mm o desviación axial >5º
en el 25% de los pacientes.14-16 Esto obedece a un cierre prematuro
total o parcial de la placa de crecimiento (Hasler >30% de cierre precoz en
su serie) o a la sobrestimulación de esta.17 Se debe realizar un
seguimiento periódico con radiografías de ambos miembros completos para valorar
si hay alteraciones e indicar medidas correctoras precoces. El seguimiento debe
continuar hasta la osificación completa.
Conclusiones
Las epifisiólisis de tibia proximal son lesiones poco frecuentes.
Básicamente se trata de avulsiones de la tuberosidad tibial anterior. Los
adolescentes varones, con sobrepeso y en fase de crecimiento rápido tienen un
mayor riesgo de sufrir este tipo de lesión. La principal complicación son los
trastornos del crecimiento en el largo plazo, también hay que prestar atención
a una posible lesión de la arteria poplítea. El objetivo del tratamiento es la
restauración de la anatomía ya sea mediante reducción cerrada e inmovilización,
o reducción abierta o cerrada con fijación interna.
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ORCID de C. R. Valverde Cano: https://orcid.org/0000-0002-8712-6209
Recibido
el 20-7-2021. Aceptado luego de evaluación el 14-12-2021 • Dr. Francisco Palma-Arjona • fpalma.arjona@gmail.com
• https://orcid.org/0000-0002-9036-4267
Cómo
citar este artículo: Palma-Arjona F, Valverde Cano
CR. Epifisiólisis tibial proximal tipo IV-A de Ryu y Debenham. A propósito de
un caso. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol
2022;87(2):246-252. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2022.87.2.1412
Información del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2022.87.2.1412
Fecha de publicación: Abril, 2022
Conflicto de intereses: Los autores no declaran conflictos de intereses.
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