CONTRAPUNTO
Conducta en pacientes con
parálisis y patología del nervio radial
Sebastián Valbuena,* Mariano Socolovsky**
*Hospital El Cruce Alta
Complejidad en Red “Dr. Néstor Carlos Kirchner”, Florencio Varela, Buenos
Aires, Argentina
Clínica
del Deporte, La Plata, Buenos Aires, Argentina
Sanatorio
de la Trinidad de Quilmes, Buenos Aires, Argentina
**Servicio de Neurocirugía,
Hospital de Clínicas “José de San Martín”, Universidad de Buenos Aires, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Argentina
INTRODUCCIÓN
La
patología traumática del nervio periférico es una situación compleja, e
involucra un espectro posible de lesiones en el nervio afectado que abarcan
desde un bloqueo transitorio en la conducción hasta la sección completa del
nervio. Según Shao y cols.1, en el 11,8% de las fracturas de húmero
está afectado el nervio radial, y representa la lesión nerviosa que, con más
frecuencia, se asocia a la fractura de huesos largos.
El manejo
conservador y el seguimiento de la lesión del nervio radial, como el tiempo y la
indicación correctos del tratamiento quirúrgico con su abanico de opciones
reconstructivas plantean un escenario dinámico, muchas veces, dificultoso para
el médico tratante. El contrapunto expone dos perspectivas para la resolución
de un problema en común; en este caso, se exponen distintas situaciones dentro
de la práctica médica respecto de la patología traumática del nervio radial.
1. La
parálisis del nervio radial luego de una fractura diafisaria cerrada de húmero
es un cuadro frecuente en la práctica laboral. ¿Cuál es su manejo habitual en
estos casos?
Mariano Socolovsky (MS): Si bien se trata de la parálisis (y anestesia
asociada) más frecuente luego de una fractura de hueso largo, su incidencia,
según la bibliografía, no excede el 12%.1 Nuestra línea de
tratamiento es, en general, conservadora; la tasa de recuperación espontánea
reportada es alta, oscila entre el 72% y el 93%.1,2 Consideramos
fundamental el rol de las imágenes (ecografía y neurografía por resonancia
magnética) en el diagnóstico y el tratamiento de estas lesiones, permiten
determinar la continuidad (o no) del nervio, así como el grado de lesión. Si
observáramos una solución de continuidad del nervio radial, un atrapamiento o
alguna otra lesión, dejaríamos de lado el tratamiento conservador inicial y
ofreceríamos una exploración quirúrgica del nervio con eventual reconstrucción,
de acuerdo con los hallazgos intraoperatorios. Otra excepción sería cuando el
tratamiento de la propia fractura amerite una exploración a cielo abierto,
reducción y osteosíntesis, circunstancia que deberá ser aprovechada para
inspeccionar el nervio. Finalmente, aclarar que, si bien nuestra propuesta
terapéutica es, en general, conservadora, ante el tratamiento quirúrgico de la
fractura o la confirmación de sección neural en estudios por imágenes,
indicamos la exploración del nervio.
Sebastián Valbuena (SV): El 70% de las parálisis del nervio radial
asociadas a una fractura humeral se recupera espontáneamente, por lo que suele
recomendarse la observación.1,3-6 Sin embargo, hay evidencia de que,
en las exploraciones tempranas, se observa una recuperación en el 89,8%
comparadas con el 68,1% de las tardías.4 Como actualmente la mayoría
de las fracturas de húmero suelen ser quirúrgicas, mi conducta ante una
parálisis del nervio radial depende más de las características de la fractura
que de la lesión neural.
En las
fracturas tipo A, B1 y B2, prefiero explorar el nervio radial evaluando la
lesión, evitando el atrapamiento óseo y el potencial daño de las manipulaciones
cerradas, y uso sistemas DCP o LC-DCP bloqueados de 4,5 mm. En las fracturas de
alta energía, conminutas, multifragmentarias (B3 y C), la reconstrucción neural
logra resultados pobres.7,8 En consecuencia, uso sistemas MIPO o
endomedulares sin explorar el nervio radial (excepto en fracturas abiertas),
difiriendo el tratamiento de la parálisis.
En niños
con fracturas abiertas y aquellas que serán operadas, sistemáticamente exploro
el nervio. En ancianos con fracturas osteoporóticas e indicación de tratamiento
conservador, una parálisis del nervio radial no cambia la conducta y realizo un
control clínico.
En casos
de parálisis del plexo braquial y fractura humeral, siempre exploro el nervio
radial y realizo una reducción abierta y fijación interna para descartar una
doble lesión.
2. En caso
de optar por el manejo conservador como elección primaria: ¿cómo realiza el
seguimiento clínico del paciente y cuáles considera como puntos clave para
valorar su recuperación?
MS: La clínica, en primer lugar, y la neurofisiología, en segundo, son los
puntales del seguimiento en esta etapa. La evaluación sensitiva nos podrá dar
una presunción inicial de recuperación, aunque no garantiza una mejoría de la
parálisis. Debemos calcular desde el punto de la presunta lesión nerviosa hasta
la musculatura efectora, el tiempo que requerirá observar movimiento en los
músculos paralizados, teniendo en cuenta que la velocidad de crecimiento axonal
ronda el milímetro diario y puede acelerarse hasta a 3 mm/día en los niños. La
rehabilitación es fundamental en este período, siempre que el tratamiento de la
fractura lo permita. La ventaja de la neurofisiología es que nos permite
observar la recuperación motora antes de que se detecte en el examen físico, si
bien este hecho tampoco garantiza que la recuperación sea completa o útil. Si
no se observa una mejoría clínica al cabo de los tiempos calculados, en el
contexto mencionado en la pregunta anterior, si hay un estudio por imágenes que
no muestre una lesión grave del nervio, deberemos abandonar la conducta
conservadora y ofrecer una exploración nerviosa. En resumen, conducta
conservadora no debe ser asimilable a conducta pasiva. La espera debe ser
activa.
SV: Fundamentalmente dos pilares:
1)
Férula
dinámica, con muñeca en extensión y metacarpofalángicas libres, asociada a
ejercicios de movilidad articular pasiva.
2)
Evaluación:
la alteración parcial de la sensibilidad en la cara dorsal de la primera
comisura, la sudoración y la disfunción muscular, pero sin atrofia, indican una
neuropraxia. La ausencia de sensibilidad, la parálisis motora y el signo de
Tinel sugieren una axonotmesis o neurotmesis, difícil de diferenciar una de la
otra. Un signo de Tinel que va progresando señala recuperación.
La
ecografía puede ayudar a valorar la continuidad del nervio, un neuroma o una
neurotmesis.
Los
primeros músculos en recuperar la función son el braquiorradial y el extensor
radial del carpo largo, y el último es el extensor propio del índice; el
seguimiento clínico se basa en evaluarlos. El tiempo esperado de recuperación puede
estimarse midiendo la distancia entre la fractura y el punto de inervación del
braquiorradial, a 2 cm por encima del epicóndilo, calculando una velocidad de 1
mm/día.
El tiempo
promedio de comienzo de la recuperación es de 7.3 semanas.1 Se
observan diferencias entre lesiones de baja energía (3.1 semanas) y de alta (12
semanas).8 La recuperación completa suele observarse entre los 6 y 12 meses.1,6
3. ¿Qué
tiempo considera apropiado para realizar una electromiografía y qué valor
pronóstico le asigna al resultado?
MS: La electromiografía nunca se debe realizar antes de los 21 días
posteriores a la lesión nerviosa, tiempo mínimo para que el estudio detecte
signos claros de desnervación. La segunda parte de la pregunta entiendo que la
respondí en el punto anterior.
SV: La electromiografía con velocidad de conducción, en mi experiencia,
solo aporta un valor medicolegal. En caso de solicitarla, debe hacerse a las 3
o 4 semanas, ya que, a partir de ese momento, se observan potenciales de
fibrilación muscular, ondas positivas, y potenciales de acción monofásicos de
corta duración.3,9
Algunos
autores proponen su uso para definir la conducta quirúrgica cuando no hay
cambios entre una electromiografía basal y otra de control a las 6 semanas.3
Los
estudios de conducción nerviosa no permiten diferenciar tempranamente entre un
nervio muy lesionado y uno que aún no se ha recuperado, ni pronostica el
potencial de recuperación de un nervio, solo se anticipa unas semanas a la
recuperación clínica;7 por lo tanto, no suelo usarla para tomar
decisiones. Solo solicito una electromiografía por motivos medicolegales
(pacientes laborales, accidentes de tránsito, etc.) a las 4 semanas y 8 semanas
después si no hay recuperación.
4. ¿Cuál es
el tiempo que considera límite para mantener el tratamiento conservador o qué
parámetros negativos considera de relevancia para suspenderlo?
MS: En sincronía con lo ya mencionado, y salvando todas las condiciones
clínicas, de imágenes y neurofisiológicas antes descritas, diría que 6 meses
desde que se produce la lesión es un tiempo al cabo del cual se debería
abandonar la conducta conservadora.10 Esto es claramente una regla
general, el cirujano debe evaluar cada caso en particular, porque habrá
ocasiones en las que se deba indicar cirugía antes de ese tiempo o inclusive
más tarde si hubiere signos, al menos, incipientes de recuperación.
SV: No existe consenso bibliográfico sobre el tiempo que se debe sostener
un tratamiento conservador. Tradicionalmente se ha propuesto una conducta
expectante entre los 3 y los 6 meses, seguida de una exploración neural tardía
cuando no hay recuperación funcional.3 Sin embargo, también se ha
comunicado que si, en 2 o 3 meses, no hay indicios de recuperación motora, en
la gran mayoría de los casos, no los habrá.11,12 Personalmente
considero que, en pacientes con fracturas de baja energía, la espera no debe
superar los 3 meses para decidir, ya sea por una exploración del nervio radial
o el tratamiento definitivo de la parálisis. La ausencia de progresión de un
signo de Tinel o la presencia de dolor neuropático son parámetros negativos por
considerar en la interrupción del tratamiento conservador.
En
pacientes con fracturas de alta energía donde la recuperación suele ser más
lenta, suelo solicitar una ecografía para evaluar la continuidad nerviosa; si
hay signos ecográficos de interrupción neural o atrapamiento nervioso,
planifico la reconstrucción. Si la ecografía muestra la indemnidad, mantengo la
conducta expectante, y acuerdo con el paciente el tiempo de expectación, que no
sobrepasará los 6 meses.
5. ¿Cuál es
el tiempo que considera límite para realizar la exploración y la reconstrucción
con injertos en una lesión del nervio radial a nivel del tercio medio del
brazo? ¿Hay un tamaño del defecto límite?
MS: A partir de los 6 meses desde la aparición de la parálisis, los
resultados de una exploración y una eventual reparación suelen decaer
rápidamente, por lo cual se recomienda hacerlo antes o en ese momento.13
Respecto a la longitud máxima de una reparación con injerto, tenemos mucho
publicado sobre nuestra propia casuística de los resultados positivos obtenidos
con injertos largos, inclusive de más de 20 cm de longitud, específicamente
para transferencias nerviosas en el plexo braquial. El problema de usar
injertos largos no radica en su extensión, sino en la extensión del daño
primario que ha sufrido el nervio. En otras palabras, si necesitamos colocar un
injerto de 15 cm, por ejemplo, en un nervio radial, ello implica un daño
equivalente al nervio afectado, un resultado pobre o nulo, y por ello que esto
no se puede asemejar a las antes mencionadas transferencias con injertos largos
en el plexo braquial. Para ser conciso luego de estas consideraciones, yo diría
que si debemos utilizar injertos más largos de 10 a 12 cm, deberíamos
considerar abandonar la reparación primaria y plantearnos otras alternativas
terapéuticas, como transferencias tendinosas o nerviosas, que tendrán un
resultado positivo más predecible.
SV: Suelo explorar tempranamente las parálisis del nervio radial, y si
detecto una severa lesión o sección suelo optar por la reconstrucción con
injerto. Con excepción de las heridas cortantes, el nervio suele sufrir un
traumatismo de compresión o de elongación que afecta un sector intraneural
variable, y el éxito de una sutura nerviosa estará condicionado a que se la
realice sin tensión, de un cabo proximal y distal sanos; por lo tanto, suelo
usar injerto de nervio.
Los
resultados con injertos suelen ser buenos, se recupera la extensión de la
muñeca y, en menor medida, de los dedos, pero debe resaltarse que se han
comunicado resultados pobres hasta en el 40% de los casos. Se obtienen mejores
resultados en los defectos que requieren injertos de una longitud <4 cm y se
desaconseja la colocación de injerto en defectos de más de 10 cm.9,14
En
pacientes con parálisis tardías (luego de los 3 meses), actualmente, prefiero
realizar la reconstrucción de la función del nervio radial con transferencias
nerviosas o tendinosas.
Los niños
son una excepción, se puede esperar la recuperación espontánea hasta los 6
meses. Se logran resultados excelentes con injertos de nervio, incluso con
injertos largos, probablemente debido al mayor potencial de regeneración y
plasticidad neural.15
6. ¿Qué
factores son fundamentales a la hora de evaluar una lesión del nervio radial
para considerar una reconstrucción primaria con injertos del nervio radial
versus tratamiento con transferencias tendinosas?
MS: La extensión de la lesión primaria, el tiempo transcurrido desde el
trauma, la edad del paciente, el nivel de la lesión (distal o proximal, cuanto
más distal mejor), entre otros, son todos factores que impactan en la
reconstrucción primaria. La sumatoria de estos factores determinará la elección
de una reparación con injertos o una transferencia, ya sea nerviosa o
tendinosa.
SV: Son principalmente dos, los inherentes a la lesión y los del propio
paciente.
En
relación con la lesión, el tiempo transcurrido y el defecto neural son los más
importantes. El tiempo guarda relación con el mínimo que llevará la reinervación
y la degeneración propia de la placa motora, que se estima irreversible entre
los 12 y 18 meses, y la degeneración muscular entre los 18 y 24 meses.9
No solo el tamaño de un injerto condiciona la recuperación, sino también el
entorno donde se colocará, ya que un área con abundante fibrosis (heridas
abiertas o infecciones) está poco vascularizada, y es menos favorable para la
regeneración de los injertos. Las lesiones de nervio radial asociadas a
lesiones vasculares muestran un menor potencial de recuperación.
Solo uso
injertos en reconstrucciones tempranas, y no los recomiendo en una lesión de
más de 6 meses. En reconstrucciones tardías, prefiero usar transferencias
tendinosas o nerviosas.
Las
comorbilidades y la edad del paciente son factores influyentes; después de los
50 años y en fumadores, los resultados suelen ser menos predecibles, y son
candidatos a una transferencia tendinosa.
7. ¿Cuál
considera que sería la situación ideal para indicar transferencias nerviosas en
un paciente con parálisis del nervio radial?
MS: Se las indicaría a un paciente relativamente joven (hasta 50 años) en
quien no se puede o no se pudo realizar una reparación con injertos, que no
tenga problemas en esperar meses hasta obtener un resultado favorable y que
jerarquice la obtención de una movilidad independiente en la extensión de cada
dedo como resultado final. También el paciente tiene que asumir que si el
resultado no es bueno se podría ver afectada parcialmente una eventual y
ulterior transferencia tendinosa.
SV: Un paciente joven con una lesión de alta energía y condiciones locales
que auguran un pronóstico malo de la reconstrucción del nervio, que no se
recuperó pasados 4 meses de la lesión o si, durante la cirugía de exploración
del nervio radial, se observa una lesión que necesita injerto con un defecto
>4 cm.
8. ¿Cuál es
el esquema de transferencias nerviosas utilizado en su práctica diaria en
parálisis altas y bajas del nervio radial? Fundamente brevemente su elección.
MS: En las lesiones bajas, una rama del flexor superficial de los dedos al
extensor corto del carpo y una rama del palmar mayor al nervio interóseo
posterior. En las lesiones altas, sumaría a los dadores axonales anteriores
provenientes del mediano uno del cubital, específicamente ramas del cubital
anterior –como en la cirugía de Oberlin–, pero para el nervio de la porción
larga del tríceps.16 Estas técnicas son las más probadas y las más
seguras (menor riesgo funcional generado para el nervio dador).
SV: Prefiero las transferencias “híbridas”. Uso la transferencia tendinosa
del pronador redondo al extensor radial del carpo corto, porque, según mi experiencia, otorga resultado más rápidos y
predecibles.
En
pacientes jóvenes, motivados, no fumadores, he realizado la reinervación del
nervio interóseo posterior, usando fascículos del flexor radial del carpo, con
resultados no tan buenos como los publicados. Después de 2017, cuando el doctor
Rui Ferreira (Recife, Brasil) me enseñó su técnica, y pude evaluar sus
resultados en misiones humanitarias, prefiero transferir la rama terminal del
nervio interóseo anterior, que inerva al pronador cuadrado, a la rama anterior
del nervio interóseo posterior que inerva al extensor común de los dedos, el
extensor propio del meñique y el extensor cubital del carpo, asociado a una
transferencia tendinosa del pronador redondo al extensor corto radial del carpo
y a un “re-routing” del palmar largo al extensor largo del pulgar. Esta técnica
(aún no publicada) consigue una buena extensión de los dedos conservando la
individualidad, sin perder potencia en los flexores de la muñeca y los dedos.
En parálisis bajas, exploro el nervio interóseo posterior y, si es posible,
hago la misma transferencia nerviosa y un “re-routing” del palmar largo al
extensor largo del pulgar.
9. ¿Cuáles
son los beneficios, según la bibliografía y su práctica diaria, por los cuales
inclinaría su elección a realizar transferencias nerviosas por sobre las
tendinosas?
MS: Las transferencias nerviosas tienen, a mi parecer, dos desventajas: 1)
sus resultados, si bien de acuerdo con lo publicado son buenos,17,18
las series y el número de pacientes son escasos, y tienden a provenir de un
grupo no tan grande de autores y 2) los resultados tardan de 8 a 12 meses y
requieren una intensiva rehabilitación. En contraposición, las transferencias
tendinosas para la parálisis radial son procedimientos versátiles y confiables
con resultados positivos a lo largo de décadas de experiencia con innumerables
reportes y experiencias personales, son enteramente reproducibles y no
requieren un entrenamiento especial en microcirugía nerviosa. Se podría decir
que la movilidad independiente para la extensión individual de cada dedo no es
tan buena con las transferencias tendinosas. Por lo antedicho y aunque suene
extraño proviniendo de un neurocirujano dedicado a cirugía de nervios, me
inclino actualmente por las transferencias tendinosas en las parálisis
radiales, tanto cuando haya fracasado una reconstrucción primaria como ante la
imposibilidad o demora en realizarla. Por supuesto, esta conducta podría
cambiar en el futuro si las transferencias nerviosas, que han sido descritas
mucho más recientemente que las tendinosas, demuestran una confiabilidad
similar a la de estas últimas.
SV: Considero que las transferencias nerviosas se muestran como una
prometedora opción, pero aún no existe suficiente evidencia que demuestre que
sus resultados sean superiores a los de las clásicas transferencias tendinosas
en las parálisis del nervio radial.19 En mi opinión, su principal
ventaja es que consiguen individualidad de la extensión de los dedos, algo que
no se obtiene con las transferencias tendinosas, fuera de la individualidad de
extensión obtenida de la interfalángica proximal e interfalángica distal a
expensas de los intrínsecos. En contraparte, el tiempo de recuperación es más
prolongado y existe el riesgo de una recuperación incompleta.19
Bertelli comparó las transferencias nerviosas con las tendinosas y observó
similares resultados, pero a favor de las transferencias nerviosas, una mayor
fuerza de puño, sin la tendencia a la desviación lateral o la pérdida de
algunos grados de flexión de la muñeca, y sin hiperextensión compensadora de la
metacarpofalángica del pulgar a la extensión, inclinándose claramente en favor
de las transferencias nerviosas.20
Las transferencias
tendinosas son seguras, tienen resultados previsibles, que permiten una
recuperación más rápida, con opciones adaptables a cada paciente y la
posibilidad de revisión, algo difícil de hacer en una transferencia nerviosa.
Su limitación es la falta de individualidad de la extensión de los dedos, esto
justifica mi tendencia a los procedimientos “híbridos”.
10. ¿Cuál es
su técnica de primera elección para el manejo de un neuroma de rama superficial
sensitiva del nervio radial? Y, en caso de fracaso, ¿cuál es la alternativa
contemplada para la resolución?
MS: La primera elección es la reconstrucción nerviosa, directa de
preferencia o con injertos. La gran molestia y la incapacidad funcional que
generan este tipo de lesiones justifican la morbilidad que causa la toma del
injerto, generalmente del nervio sural o safeno externo, pero si el defecto
nervioso es <3 cm se podrán usar tubos como para los neuromas digitales. La
reconstrucción impide o disminuye la formación de un neuroma proximal, que es
la fuente de molestias. En segunda instancia, se puede seccionar el nervio más
proximalmente de donde está lesionado, y colocarlo profundamente en músculo o
tejido laxo. Esta variante no suele ser tan eficaz como la anterior. Otra
alternativa para evitar la formación de un neuroma, originalmente descrita para
los neuromas en amputados es la llamada Targeted
Muscle Reinnervation,21 que consiste en unir al nervio radial
superficial con alguna rama motora sacrificable. El tratamiento del neuroma
doloroso de cualquier localización es un problema de difícil solución, de ahí
la gran cantidad de métodos descritos para tratarlo y la inexistencia de uno
que se imponga sobre el resto.
SV: Realizo la resección del neuroma, la ligadura del nervio y su
transposición intramuscular, sin tensión en profundidad. Según la localización,
profundizo en el braquirradial o en el pronador cuadrado. En recidivas, si la
longitud del nervio lo permite, llevo a cabo una relocalización intraósea en el
radio; si la distancia del nervio no lo admite, opto por una sutura
microquirúrgica termino-lateral sobre sí mismo (“nerve loop”) y su
profundización más proximal.
He
abandonado los intentos de reconstruir la sensibilidad con injertos de nervios
o neurotubos y técnicas de envoltura (“vein wrap”) en el nervio radial, ya que
su superficialidad no permite que desaparezcan completamente los síntomas y la
pérdida de la sensibilidad en su territorio es bien tolerada.
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ORCID de M. Socolovsky: https://orcid.org/0000-0002-0667-3463
Recibido el 7-8-2021. Aceptado luego de la
evaluación el 7-8-2021 • Dr. Sebastián
Valbuena • valbuena.sebastian@gmail.com • https://orcid.org/0000-0002-0209-1554
Cómo citar este artículo: Valbuena S, Socolovsky M. Conducta en
pacientes con parálisis y patología del nervio radial. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol 2021;86(5):705-710. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2021.86.5.1417
Información del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2021.86.5.1417
Fecha de publicación: Octubre, 2021
Conflicto de intereses: Los autores no declaran conflictos de intereses.
Copyright: © 2021, Revista de la
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