PRESENTACIÓN DE CASOS
Refractura de la
tuberosidad tibial anterior en un adolescente luego del tratamiento quirúrgico.
Presentación de un caso y revisión bibliográfica
Cristina Jiménez
Nava, Araceli Mena Roson, Miguel Ángel Plasencia Arriba
Servicio
de Traumatología y Cirugía Ortopédica. Hospital Universitario Príncipe de
Asturias, Alcalá de Henares, Madrid, España
RESUMEN
La refractura de la
tuberosidad tibial anterior en adolescentes es una complicación infrecuente y
poco descrita en la bibliografía, más aún tras un tratamiento quirúrgico.
Presentamos el caso de un adolescente que sufrió una fractura de la tuberosidad
tibial anterior y fue operado en nuestro centro. A los 4 meses, tuvo una
recidiva después de practicar deportes. Fue sometido a una nueva intervención y
los resultados han sido buenos. Aunque la refractura es una complicación rara,
es importante tenerla en cuenta y saber abordarla de forma adecuada. Es
necesario llevar a cabo más estudios para dilucidar los factores de riesgo que
puedan influir en esta complicación.
Palabras clave: Refractura; tuberosidad tibial
anterior; cirugía; adolescente.
Nivel de Evidencia: IV
Anterior Tibial Tuberosity Refracture in
an Adolescent After Surgical Treatment. Case Report
and Literature Review
ABSTRACT
Refracture of the anterior tibial
tuberosity in adolescents is a rare complication, particularly following
surgical treatment, and has been scarcely reported in the literature. We
present the case of an adolescent who sustained an anterior tibial
tuberosity fracture, underwent surgical treatment at our center,
and experienced a refracture four months later while
playing sports. The patient under-went a second surgical procedure, which
yielded favorable results. Although refracture is an uncommon complication, it is essential to
recognize its possibility and to be prepared to manage it effectively. Further
studies are required to identify the risk factors that may contribute to its
occurrence.
Keywords: Refracture; anterior tibial
tuberosity; surgery; adolescent.
Level of Evidence: IV
INTRODUCCIÓN
Las fracturas de la tuberosidad tibial
anterior (TTA) son lesiones poco frecuentes que constituyen menos del 1% de las
fracturas fisarias y menos del 3% de las fracturas pediátricas, aunque su
incidencia está aumentando.1,2
Son 10 veces más frecuentes en los varones, y ocurren especialmente en la
adolescencia (12-14 años), cerca de la madurez esquelética.3,4
La clasificación más usada es la de Ogden, y
el tratamiento depende del patrón de fractura. En general, los tipos IA, IB y
IIA de Ogden suelen tratarse de forma conservadora y el resto, con cirugía.4,5
Las complicaciones se han descrito
extensamente en la bibliografía, sobre todo el síndrome compartimental. Sin
embargo, existen escasos artículos sobre refracturas, especialmente tras un
tratamiento quirúrgico.
El objetivo de este artículo es presentar un
caso de recidiva de una fractura de la TTA después de un tratamiento
quirúrgico, y una revisión bibliográfica del tema.
CASO CLÍNICO
Varón de 14 años que acudió tras una caída
con la rodilla en flexión jugando al fútbol, tenía derrame articular, flexo y
deformidad en varo de la rodilla. En las radiografías, se visualizó una
fractura compleja de la TTA tipo IVB de Ogden (Figura
1).
El paciente fue operado de urgencia y se lo
sometió a reducción cerrada y osteosíntesis con dos tornillos percutáneos
canulados de rosca parcial, de 3,5 mm de diámetro (Figura
2). El posoperatorio inmediato transcurrió sin incidencias. Se le
permitió la carga parcial desde el inicio, con ortesis en extensión y flexión
gradual desde 0° hasta 90º a partir de la tercera semana, junto con ejercicios
de fortalecimiento cuadricipital progresivo asistido por un fisioterapeuta. A
las 12 semanas, se autorizó la reincorporación a la actividad deportiva.
A los 4 meses, acudió nuevamente por dolor e
impotencia funcional en la rodilla izquierda tras una hiperextensión. Tenía
derrame articular, rótula ascendida y dolor en la TTA. En la radiografía, se
observaba una fractura-arrancamiento de la TTA tipo IIB de Ogden. En una
tomografía computarizada, se descartó el compromiso intrarticular y se confirmó
la consolidación del trazo posterior de la fractura inicial (Figuras 3 y 4).
Mediante un abordaje anterior, se extrajo el
material de osteosíntesis y se realizó una osteosutura del fragmento óseo de la
TTA con una sutura trenzada de poliéster no absorbible (Orthocord®, Johnson
& Johnson, Madrid, España). Se crearon dos túneles perpendiculares en la
tibia por los que se pasaron las suturas. A continuación, se redujo la fractura
y se fijó con dos tornillos canulados de rosca parcial de 4,5 mm, bicorticales.
Luego se anudaron las suturas. Para finalizar, se realizó un reanclaje del
tendón rotuliano con una sutura tipo Krackow con 2 Ethibond® (Johnson &
Johnson, Madrid, España) n.º 5 a través de dos túneles
en la tibia y anudado a 30º de flexión (Figuras 5 y
6).
El posoperatorio inmediato transcurrió sin
complicaciones. Se mantuvo la inmovilización a 15º de flexión, por 3 semanas y
la descarga. Después, se permitió iniciar la carga y la flexión progresivas con
ortesis articulada hasta llegar a 90º en 3 semanas más.
Cuatro meses después, el paciente tenía un
rango de movilidad completo, sin dolor, y la carga era total (Figura 7). A los 6 meses, retomó su actividad física habitual y no
refirió ninguna limitación para ello.
DISCUSIÓN
El centro de osificación secundario de la
epífisis proximal de la tibia se desarrolla en los primeros días de vida. La
TTA tiene un centro de osificación separado y suele aparecer entre los 7 y 12
años.6 Estos centros de
osificación tienen diferentes funciones: el primero proporciona crecimiento y
forma; mientras que el segundo es el sitio de inserción del tendón rotuliano.
Su fusión tiene un patrón de orden establecido, lo último en cerrarse es la
TTA, en torno a los 14 años en las niñas y los 16 años en los niños.3
Las fracturas de la TTA, por lo general, se
producen en un contexto deportivo, especialmente con salto, ya que los
mecanismos de la lesión más frecuentes son dos: contracción del cuádriceps con
la rodilla extendida (en el ápex del salto) o flexión pasiva rápida con el
cuádriceps contraído (al aterrizar).5
La fisis proximal de la tibia comienza a fusionarse desde posterior hacia
anterior; por lo tanto, el patrón de fractura depende de la madurez esquelética
alcanzada y de los grados de flexión de la rodilla en el traumatismo. En
general, afecta la TTA junto con la epífisis proximal cuando se produce a más
de 30º de flexión (Figuras 8 y 9).7,8
Las fracturas de la TTA, a pesar de ser raras,
cada vez, son más frecuentes. Se han descrito, sobre todo, en el caso de las
fracturas con componente fisario o metafisario posterior, ya que el tipo IV no
fue descrito hasta 1985, por Ryu y Debenham, y el tipo V, en 2003, por McKoy y
Stanitski;9
por lo que antes se las englobaba en las fracturas de la tibia proximal y se
las clasificadas según Salter y Harris.10
La primera clasificación fue descrita por
Watson-Jones, en 1976,11 aunque
la más utilizada es la publicada por Ogden, en 1980,12 a la que Ryu y Debenham, y McKoy y
Stanitski añadieron los tipos IV y V, respectivamente (Figura
10).9,13
Se han descrito numerosas lesiones
asociadas, como compromiso del ligamento cruzado anterior, avulsión del tendón
cuadricipital y rotuliano (2%) o lesiones meniscales (2%).2,10,14,15 Pero la
lesión más importante es el síndrome compartimental, dada la cercanía de la
arteria tibial anterior recurrente, su frecuencia oscila entre el 4%, según
Pretell-Mazzini y cols.,16 y el
20%, según Frey y cols., y Polakoff y cols.15
En cuanto al diagnóstico, es preciso tomar
radiografías anteroposterior y lateral de rutina. Si se sospecha una fractura
intrarticular o recidivas, como en nuestro paciente, es útil hacer una
tomografía computarizada. La resonancia magnética está indicada cuando se
sospechan lesiones ligamentarias o meniscales.
El objetivo terapéutico es restaurar el
aparato extensor de la rodilla y la superficie articular, así como reparar las
estructuras intrarticulares afectadas.
El tratamiento conservador se reserva para
fracturas tipo I o II de Ogden con desplazamiento <2 mm o pacientes muy
inmaduros esqueléticamente.9,17
Se han descrito muchas técnicas quirúrgicas,
pero no se ha demostrado la superioridad de ninguna de ellas. Las más extendida
es la reducción abierta o cerrada y la colocación de tornillos de rosca parcial
(de un diámetro medio de 4-4,5 mm) para aportar compresión. Se puede utilizar
el artroscopio para asistir la reducción de los fragmentos articulares y evitar
una artrotomía. Si hay un extenso compromiso del periostio, se recomienda su
reparación, ya que aporta estabilidad. También, es preciso reanclar el tendón
rotuliano cuando hay afectación concomitante. No obstante, hay otras opciones,
como la fijación con agujas (para pacientes más jóvenes con mayor riesgo de
lesión fisaria),2
bandas de tensión y combinaciones; así como la osteosíntesis con placa,
descrita principalmente para las fracturas tipo IV de Ogden.4
Casi siempre es preciso retirar el material
de osteosíntesis debido a las molestias que produce el roce con las cabezas de
los tornillos, se recomienda mantenerlo hasta el cierre fisario.16,18
La tasa global de complicaciones es de
alrededor del 28%, y hasta el 56% se relaciona con dolor anterior o bursitis
por el implante. La segunda complicación más común es la refractura (5%) y
ocurre principalmente en las fracturas tipos III, IV y V de Ogden. También se
han descrito otras complicaciones menos frecuentes, como infección, recurvatum
y seudoartrosis (<1%).3
La refractura de
la TTA tratada inicialmente con cirugía es una complicación rara y existe poca
bibliografía sobre ello. Esta complicación dificulta la reconstrucción del
aparato extensor de la rodilla.19
Además, es fundamental realizar una fijación estable (para poder retomar las
actividades habituales) y respetar la fisis a fin de evitar complicaciones,
como un cierre fisario.18
Varios autores han descrito una asociación
entre una tasa más alta de complicaciones y afectación metafisaria posterior,
incluye el síndrome compartimental y la refractura.3,10,20 En el estudio de Brey y
cols., se demuestra una asociación estadísticamente significativa entre dicha
afectación y la refractura; sin embargo, el tratamiento inicial fue
conservador, por lo que los resultados no son comparables.10
En 2018, Valenzuela y cols. publicaron un caso de refractura tras la cirugía, aunque de
características diferentes de las de nuestro caso, ya que se trataba de una
evolución posoperatoria tórpida que condujo a la retracción del tendón y al
arrancamiento de la TTA de forma crónica.19
En nuestro paciente, ocurrió tras una evolución satisfactoria inicial.
Según la bibliografía, el período medio
recomendable para reiniciar el deporte es de, al menos, 3 meses,3 por lo que
no estaría justificado argumentar el fracaso de la osteosíntesis por un mal
cumplimiento. Por otro lado, podríamos pensar que la osteosíntesis con dos
tornillos de 3,5 mm fue exigua, pero no disponemos de estudios suficientes que
avalen esta hipótesis. Por ello, pensamos que precisaríamos más estudios para
poder concluir cuál(es) puede(n) ser la(s) causa(s) del fracaso de estas
osteosíntesis.
CONCLUSIONES
La refractura de
la TTA es una complicación infrecuente en la evolución de este cuadro, pero que
se debe tener en cuenta en estos pacientes, ya que es crucial hacer un
tratamiento quirúrgico definitivo que permita al paciente reanudar su actividad
física con seguridad, añadiendo gestos que aumenten la estabilidad y descarguen
tensión en el tendón rotuliano, si es preciso.
Es necesario llevar a cabo más estudios, ya
que existen todavía muchas variables por definir que nos ayuden a identificar
los factores de riesgo relacionados con estas complicaciones.
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ORCID de A. Mena Roson: https://orcid.org/0000-0002-8128-2649
ORCID de M. Á. Plasencia Arriba: https://orcid.org/0009-0004-3226-7428
Recibido
el 25-3-2024. Aceptado luego de la evaluación el 19-5-2024 • Dra. Cristina Jiménez Nava • crisjnava@gmail.com https://orcid.org/0009-0000-3487-1689
Cómo
citar este artículo: Jiménez Nava C, Mena Roson A,
Plasencia Arriba MÁ. Refractura de la tuberosidad tibial anterior en un
adolescente luego del tratamiento quirúrgico. Presentación de un caso y
revisión bibliográfica. Rev Asoc Argent
Ortop Traumatol 2024;89(6):637-646. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2024.89.6.1938
Información del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2024.89.6.1938
Fecha de publicación: Diciembre, 2024
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