INVESTIGACIÓN CLÍNICA
Prótesis humeral
sin vástago y aloinjerto meniscal: ¿se debe abandonar?
Martín Caloia,
Gerónimo Chamorro, Diego González Scotti, Hugo Caloia, Sergio E. Ronconi,
Alejandro Meritano, María Emilia Serur, Agustín Davies
Sección
de Cirugía de Miembro Superior, Servicio de Ortopedia y Traumatología, Hospital
Universitario Austral, Pilar, Buenos Aires, Argentina
RESUMEN
Introducción: El tratamiento de la artrosis
glenohumeral avanzada en pacientes jóvenes y activos es complejo y controvertido.
El objetivo de esta presentación es comunicar los resultados de una serie de
pacientes sometidos a artroplastia humeral de superficie y aloinjerto de
menisco. Materiales y Métodos: Se incluyó a 25 pacientes (edad promedio 47.3 años) con un
seguimiento promedio de 66.1 meses. Antes de la cirugía y después, se evaluaron
los estudios por imágenes, el rango de movilidad y las escalas funcionales
(EAV, ASES y Simple Shoulder Test).
Se analizaron las mismas variables en un subgrupo de 10 pacientes a los 6 años
de la operación. Resultados: Los valores preoperatorios mejoraron significativamente al
año de seguimiento: EAV de 7,3 a 2,8; ASES de 31,3 a 70,5; Simple Shoulder Test de 3,6 a 7,3; elevación anterior de 70° a
135°, abducción de 57° a 103°, rotación externa con el brazo aducido de 25° a
55° y rotación interna de 1,4 a 4 puntos (evaluada con un puntaje de 0 a 5). En
los 10 pacientes evaluados a los 6 años de la cirugía, los resultados mostraron
un deterioro estadísticamente significativo en todas las variables, aunque con
una mejora sustancial respecto a los valores preoperatorios. En las
radiografías, se observó una pérdida progresiva de la luz articular
glenohumeral en todos los pacientes. Conclusiones: Con esta técnica quirúrgica hemos
obtenido buenos resultados en cuanto a la mejoría del dolor, la movilidad y la
calidad de vida, fue un procedimiento seguro y sin complicaciones mayores.
Palabras clave: Prótesis; cabeza humeral; artrosis;
aloinjerto; menisco; hemiartroplastia.
Nivel de
Evidencia: IV
Stemless
Humeral Prosthesis and Meniscal Allograft: Should We Abandon This Technique?
ABSTRACT
Introduction: Managing
advanced glenohumeral osteoarthritis in young, active patients is complex and
controversial. This study reports outcomes after humeral resurfacing arthroplasty combined with
meniscal allograft. Materials and Methods: Twenty-five patients (mean age, 47.3
years) were included, with a mean follow-up of 66.1 months. Pre- and
postoperative assessments included imaging, range of motion, and functional
scores (VAS, ASES, and Simple Shoulder Test). In a subgroup of 10 patients, the
same variables were reassessed at 6 years
postoperatively. Results: One-year outcomes improved significantly versus
baseline: VAS decreased from 7.3 to 2.8; ASES increased from 31.3 to 70.5; SST
from 3.6 to 7.3; forward elevation improved from 70° to 135°; abduction from
57° to 103°; external rotation with the arm at side from 25° to 55°; and
internal rotation from 1.4 to 4 points (0–5 scale). In the 10 patients
evaluated at 6 years, there was a statistically significant deterioration
across all variables relative to the 1-year results, although values remained
substantially better than preoperative levels. Radiographs showed progressive
glenohumeral joint-space narrowing in all patients.
Conclusions: This surgical
technique yielded meaningful improvements in pain, mobility, and quality of
life and proved safe, with no major complications.
Keywords: Prosthesis;
humeral head; osteoarthritis; allograft; meniscus; hemiarthroplasty.
Level of Evidence: IV
INTRODUCCIÓN
La artrosis glenohumeral avanzada en pacientes
jóvenes y activos es un cuadro clínico de difícil abordaje, sin una solución
ideal. Su manejo es difícil, sobre todo, si fracasa el tratamiento conservador
y hay un daño articular extenso. El dolor progresivo, la limitación del
movimiento y la alta demanda funcional de este grupo especial de pacientes, con
frecuencia, limita la efectividad o hace insuficiente el tratamiento no
quirúrgico.1,2
Tradicionalmente se han descrito numerosas opciones
terapéuticas para esta entidad: desbridamiento artroscópico, glenoplastia,
artrodesis, artroplastia articular con prótesis parcial o total y recientemente
el uso de terapias biológicas.3,4
Si bien la hemiartroplastia ha sido el procedimiento más indicado, sus
resultados han sido peores que los de la artroplastia total, debido a la
erosión del componente glenoideo a largo plazo y la frecuente reconversión a
prótesis total.5,6 Por otro lado,
la artroplastia total alivia el dolor y mejora la función, pero sus
complicaciones (desgaste, aflojamiento glenoideo, fractura periprotésica)
limitan su uso en pacientes jóvenes y activos.2
La preocupación por la durabilidad de los
componentes de polietileno en la glena ha impulsado el interés en los materiales
biológicos para la reconstrucción no protésica; se han utilizado la
interposición con cápsula articular, fascia lata autógena, aloinjerto de tendón
de Aquiles y aloinjerto de menisco, con éxito variable.7-10
El aloinjerto de menisco para pacientes jóvenes con
artrosis de rodilla tiene potencial de cicatrización y durabilidad.7,9 Por otro lado,
las prótesis de superficie humeral sin cemento ofrecen resultados similares a
los de las prótesis con vástago en jóvenes activos, con menos complicaciones, y
facilitan futuras revisiones al preservar el stock óseo humeral.8
Teniendo en cuenta estos conceptos, el objetivo de
este estudio fue evaluar retrospectivamente, a corto y mediano plazo, el
resultado funcional en un grupo de pacientes activos con artrosis glenohumeral
que fueron tratados con una prótesis humeral de superficie y artroplastia de
interposición biológica con alomenisco criopreservado no irradiado de banco de
tejidos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Desde junio de 2003 hasta junio de 2023, 30
pacientes con artrosis glenohumeral avanzada sintomática fueron sometidos a una
hemiartroplastia con prótesis de superficie humeral (Copeland Mark III®,
MacroBond, Biomet, Warsaw, Indiana, EE.UU.), sumada a un aloinjerto de menisco
externo congelado no irradiado de banco de tejidos de nuestra institución.
Todos fueron operados por un mismo cirujano con experiencia (nivel V en la
escala de experiencia de Tang),11 y evaluados, en forma retrospectiva, por
integrantes del Sector de Cirugía de Miembro Superior, quienes desconocían los
casos.
Se consideraron los siguientes criterios de
inclusión: 1) artrosis glenohumeral sintomática grado 3 (grave) según la
clasificación radiológica de Samilson y Prieto12
(Tabla 1),
2) edad ≤55 años, 3) tratamiento con una prótesis humeral de superficie y
aloinjerto de menisco, 4) dolor (escala analógica visual [EAV] ≥6) e impotencia
funcional resistente a un mínimo de 8 meses de tratamiento conservador
(antinflamatorios no esteroides, modificación de la actividad, rehabilitación e
infiltraciones) o sinovectomía y lavado articular artroscópico previo.
Los criterios de exclusión fueron: 1) seguimiento
<1 año, 2) artritis reumatoide o signos de infección activa, 3)
hemiartroplastias previas, 4) lesión de dos o más tendones del manguito
rotador.
La artrosis con compromiso de ambas superficies
articulares (bipolar) se diagnosticó sobre la base de una combinación de: 1)
historia clínica, 2) radiografías (para valorar el grado de artrosis según la
clasificación radiológica de Samilson y Prieto12)
y 3) informe de los hallazgos intraoperatorios si habían sido sometidos a
artroscopias como alternativa de tratamiento previo. El daño del cartílago
articular de la superficie glenoidea (degeneración, erosiones, desgastes
asimétricos glenoideos y pérdida del cartílago articular) se confirmó en el
tiempo quirúrgico, permitiendo avanzar con el procedimiento. Todos los
pacientes fueron minuciosamente seleccionados y estudiados mediante radiografías
(anteroposterior, axilar y anteroposterior con rotaciones interna y externa),
tomografía computarizada (TC) con reconstrucción 3D con supresión de imágenes y
resonancia magnética sin contraste. Con los últimos estudios, se evaluó el
alomenisco que mejor se adaptara a la superficie articular por revestir de
acuerdo con el morfotipo y la erosión glenoidea (criterios de Walch13); y la presencia de lesiones del manguito
rotador. Todos fueron evaluados también con una TC (en el posoperatorio
inmediato, a los 6 meses, al año y, luego, una por año hasta el último control)
para determinar el espacio articular glenohumeral obtenido en el momento de la
cirugía, como así también la erosión del aloinjerto de menisco en el
seguimiento alejado.
La función se evaluó antes de la cirugía y en el
posoperatorio, al mes, y a los 3, 6 y 12 meses, durante el primer año, luego,
se realizaron controles anuales. Se utilizaron la EAV y el rango de movilidad
activa (abducción, elevación anterior, rotación interna y rotación externa con
el brazo en aducción). La rotación interna se midió con una escala de puntaje
según el nivel vertebral más alto que el paciente podía alcanzar con el pulgar
extendido (Tabla 2).
También se usaron la escala ASES (American Shoulder and Elbow Surgeons) y
la prueba simple de hombro (PSH) (Simple
Shoulder Test).
Veinticinco de los 30 pacientes operados con esta
técnica cumplieron con los criterios de inclusión. Veinte eran hombres y 5,
mujeres. La edad promedio era de 47.3 años (rango 35-55). Veinte tenían
compromiso del lado derecho, y el miembro dominante estaba afectado en 17 casos
(Tabla 3).
Los diagnósticos incluían: secuelas de luxofractura
de húmero (2 casos), cirugías previas por inestabilidad anterior glenohumeral
(20 casos): 7 de ellos habían sido sometidos a cirugía a cielo abierto
(técnicas Putti-Platt [4 casos], técnica de Bristow [2 casos] y plástica
capsular anterior inespecífica [1 caso]) y 13, a cirugías artroscópicas
(operación de Bankart, 10 tratados con arpones metálicos y 3 con implantes
biodegradables). En 7 pacientes operados por inestabilidad glenohumeral
(abierta y artroscópica), la artrosis estaba acompañada de defectos óseos
glenoideos, producto de una inadecuada colocación de los implantes (tornillos o
arpones de 3,5 mm incorrectamente posicionados). Cinco de ellos habían sido
sometidos a una artroscopia de carácter exploratorio a lo que se sumó un
desbridamiento con el objetivo de aliviar el dolor. Los 3 casos restantes se
debían a artrosis primaria idiopática, con pinzamiento concéntrico articular. A
todos se los consideró personas activas de alta demanda sobre la base de las
actividades laborales o deportivas (Tabla 4).
Análisis estadístico
Las variables continuas se presentan como media ±
desviación estándar (DE) y las variables categóricas se expresan como
frecuencias y porcentajes. Para comparar los puntajes de las escalas de dolor
(EAV) y funcionales (ASES, PSH) antes de la cirugía y después, y durante el
seguimiento en la cohorte completa, se empleó la prueba no paramétrica de
Friedman debido a la naturaleza longitudinal y no necesariamente normal de los
datos. Se consideró estadísticamente significativo un valor p <0,05.
Asimismo, se analizó a un subgrupo específico de 10 pacientes que completaron
un seguimiento mínimo de 6 años (72 meses) para evaluar los resultados a
mediano plazo. Las comparaciones pareadas en este subgrupo se realizaron con la
prueba de rangos con signo de Wilcoxon. Se utilizó el programa estadístico SPSS
(Statistical Package for the Social Sciences) versión 25.0 (IBM Corp., Armonk,
NY, EE.UU.).
Técnica quirúrgica (Figura 1)
Todos fueron operados bajo anestesia plexual o
general en posición de silla de playa. El abordaje fue siempre deltopectoral.
Cuando fue necesario, se realizó un despegamiento del subescapular junto con la
cápsula anteroinferior para obtener una adecuada excursión del tendón,
inclusive la liberación de adherencias en el espacio subcoracoideo. La cápsula
articular anterior y el subescapular se elevaron en un solo plano para mejorar
la reinserción en el troquíter. Si la falta de rotación externa era importante,
se priorizó la reposición del subescapular medializándolo. La excursión
excesiva de la cabeza humeral hacia posterior se abordó cerrando el intervalo
rotador con puntos simples Vicryl®. Como rutina se realizó tenotomía y
tenodesis de la porción larga del bíceps en la región superior del
subescapular. Se resecaron la porción intrarticular del bíceps y el labrum
superior.
Tiempo glenoideo: para asegurar la viabilidad del aloinjerto
y evitar posibles roturas, la estrategia para su fijación fue minuciosa. Según los defectos del
cartílago articular y las erosiones asimétricas hallados durante la cirugía, se
realizó un fresado para regularizar la superficie articular hasta un lecho
sangrante, con desbridamiento completo del labrum. Si era necesario, se
procedía al fresado asimétrico para corregir la deformidad. El menisco externo,
resecado previamente del platillo tibial alogénico, fue preparado en una mesa
auxiliar de cirugía (Figura 2).
Dejando suficiente tejido para reforzar su
inserción, se suturaron entre sí los cuernos anterior y posterior, y se
posicionó en la glena de acuerdo con los defectos encontrados, especialmente en
aquellos casos con una glena tipo B1 o B2 de la clasificación de Walch.13 La fijación se efectuó mediante anclajes
óseos, tomando los conceptos de cirugía cardiovascular sobre la fijación de la
prótesis valvular del corazón, para lo cual se dividió a la glena en cuadrantes
y se utilizó un mínimo de 2 anclas por cada uno de ellos (Figura 3).
Se usaron 8 anclas que, en los primeros años,
fueron metálicas (2,8 mm FASTak, Arthrex®)
y, luego, biodegradables (Bio-SutureTak®, Arthrex®), todas con sutura de alta resistencia (FiberWire®).
Se presentó el menisco y se colocaron todas las suturas antes de su fijación
definitiva.
Tiempo humeral: luego de la luxación controlada y la
preparación de la cabeza humeral, se realizó la artroplastia humeral de superficie no cementada que,
en todos los casos, fue la misma (Copeland Mark III®, MacroBond; Bio-met,
Warsaw, Indiana, EE.UU.) (Figura 4).
Como detalle, es importante mencionar que los
defectos óseos humerales que miden >5 mm de diámetro fueron rellenados con
aloinjerto óseo esponjoso junto con vancomicina en polvo 1 g y, cuando la
deformidad ósea de la cabeza femoral era importante, se utilizó el
intensificador de imágenes para determinar, con exactitud, el ángulo
cervicodiafisario, y la versión humeral. Las lesiones pequeñas del manguito
rotador fueron reparadas simultáneamente mediante suturas y, en ningún caso, se
realizó un gesto en la articulación acromioclavicular o en el espacio subacromial.
Luego de la fijación meniscal y la colocación de la prótesis, se ejecutó la
reinserción del subescapular en el troquíter con anclas de 5,5 mm, con 10° de
rotación externa y el brazo aducido. Finalmente se procedió al cierre por
planos y cuticular en forma intradérmica. En ningún caso, se utilizó drenaje.
El tiempo quirúrgico promedio fue de 135 ± 13.95 min (rango 120-180).
Esquema de rehabilitación
posoperatoria
Semanas 1-6 (fase de protección y
movilidad pasiva): el paciente utiliza un cabestrillo de forma permanente (20º de elevación en el plano escapular).
Desde el primer día, se inician los ejercicios de codo, muñeca y pendulares de
Codman. A las dos semanas, comienza la fisiokinesioterapia, se permite la
movilidad pasiva completa para la flexión, aducción y rotación interna, y se
limita la rotación externa hasta los 45° para proteger el aloinjerto meniscal.
A partir de la semana 7 (fase de
movilidad activa y fortalecimiento progresivo): se inician la elongación pasiva completa de la rotación externa y los
ejercicios de movilidad activa. Los ejercicios de fortalecimiento progresivo se
indican a partir de las 12 semanas. El retorno deportivo se adapta a la
evolución y tolerancia de cada paciente.
RESULTADOS
Se evaluó a 25 pacientes, con un seguimiento
promedio de 66.1 meses (rango 21-156). Los resultados funcionales indicaron una
evolución favorable, con mejorías progresivas y estadísticamente significativas
en todos los puntajes clínicos analizados.
Se observó una disminución del puntaje promedio en
la EAV para dolor de 7,32 ± 1,31 antes de la cirugía a 2,76 ± 1,14 al mes 12 de
seguimiento (p <0,00001; prueba de Friedman). El puntaje ASES se incrementó
desde un valor basal de 31,32 ± 5,54 hasta 70,52 ± 11,84 al finalizar el
seguimiento (p <0,00001), lo que refleja una recuperación significativa de
la función clínica del hombro. En cuanto a la PSH, el promedio aumentó de 3,64
± 1,02 a 7,28 ± 1,40 en el mismo período (p <0,00001), esto indica una
mejora en la percepción funcional por parte del paciente (Figura 5).
Paralelamente, se observaron avances relevantes en
los parámetros de movilidad articular activa. La elevación anterior se
incrementó de 70,0° ± 25,0° antes de la cirugía a 135,3° ± 24,8 a los 12 meses
de seguimiento. La abducción pasó de 57,2° ± 5,8° a 103,4° ± 9,0°, mientras que
la rotación externa con el brazo aducido mejoró de 25,1° ± 2,5° a 55,0° ± 4,6°.
La rotación interna, medida en una escala numérica ordinal, aumentó de 1,48 ±
0,50 a 4,04 ± 0,72 en el mismo período.
Con una adecuada rehabilitación posquirúrgica, 20
pacientes pudieron retomar sus actividades laborales o deportivas, 13 de ellos
sin restricción y 7 con un nivel inferior a la
esperado por temor a sufrir un traumatismo que alterara la durabilidad del
procedimiento.
Resultados en pacientes con
seguimiento a mediano plazo (6 años): se evaluó la evolución de los puntajes de dolor y función, así como los rangos de
movilidad activa, comparando los resultados obtenidos a los 12 meses con los
del seguimiento a 6 años (Tabla 5).
Los resultados de este subgrupo indicaron un
deterioro estadísticamente significativo tanto en los puntajes de dolor y
función (EAV, ASES, PSH) como en los rangos de movilidad activa (elevación
anterior, abducción, rotación externa e interna) en el control a los 6 años
comparados con los valores a los 12 meses de la cirugía. A pesar de este
descenso, los valores promedio a los 6 años aún representaron una mejora
sustancial respecto a los valores preoperatorios.
Resultados radiográficos: antes de la cirugía, los 25 hombros
tenían artrosis grado 3 de la clasificación de Samilson y Prieto12 (pérdida de luz articular, quistes y
osteofitos) (Figuras 6 y 7).
Hubo 7 casos de desgaste asimétrico de la glenoides
(4 tipo B1 y 3 tipo B2 de Walch13). Además, 7 hombros tenían una
subluxación moderada y 1, una severa. Tras la cirugía, la subluxación se
resolvió en 22 hombros y persistió levemente en 3 pacientes. El espacio
articular glenohumeral promedio aumentó de 1,2 mm (rango 0-3) antes de la
operación a 3,4 mm (rango 1-5) después. La TC de control reveló una disminución
del espacio articular por desgaste del alomenisco, correlacionado con el tiempo
de evolución (Figura 8). Para una evaluación
más detallada de la erosión glenoidea posoperatoria, se analizaron las TC de
seguimiento en el último control. Se clasificó la erosión glenoidea de la
siguiente manera: 15 pacientes (60%) tenían erosión mínima o nula; 7 (28%),
erosión moderada y 3 (12%), erosión severa. Estos hallazgos cualitativos
confirman la progresión del desgaste glenoideo a largo plazo, a pesar de la
interposición meniscal, la erosión fue una complicación esperada. En cuanto a
los hallazgos intraoperatorios relevantes, en 2 pacientes con antecedentes de
luxofractura de húmero, se reparó el manguito rotador con puntos de suturas no
reabsorbibles. Uno de ellos tenía una lesión del supraespinoso y otro, del subescapular.
Cinco tenían cuerpos libres articulares en cantidad variable.1-3 No se registraron infecciones. Se
observó un hematoma posoperatorio no complicado en un paciente y un resultado
funcional pobre, pero con franca mejoría del dolor en una mujer con antecedente
de osteonecrosis por luxofractura de húmero.
DISCUSIÓN
El tratamiento de la artrosis glenohumeral en
pacientes jóvenes activos es complejo y controvertido. El desgaste primario es
infrecuente, es más común la causa secundaria a cirugías artroscópicas por
inestabilidad.14 El tratamiento
conservador ofrece una mejoría inicial, pero resulta insuficiente en etapas
avanzadas. Según la bibliografía actual, la artroplastia total logra los
mejores resultados clínicos y funcionales a corto y mediano plazo,15 pero se ha comunicado una tasa más alta
de complicaciones y revisiones en pacientes jóvenes, asociada principalmente al
desgaste del componente glenoideo.16,17
En una revisión sistemática, se hallaron altas tasas de revisión (17,4%) y de
complicaciones (9,4%) en artroplastias totales de hombro de pacientes <65
años, con lucencia glenoidea en el 54% a los 9.4 años.16 Un estudio de la Clínica Mayo en más de
5000 casos confirmó que la edad avanzada se asocia a un menor riesgo de
reoperación, revisión, falla mecánica e infección.17
El riesgo de revisión disminuía un 3% por año después de los 50 años, y el de
infección, un 1% después de los 55 años. Los pacientes de 50-65 años tuvieron
un 35% menos de revisiones, y los mayores de 65, un 55% menos, comparados con
los menores de 50. Otros estudios también reportan un aumento de revisiones
protésicas en pacientes jóvenes, con fallas significativas del componente
glenoideo a los 10 años de tratamiento.18,19
En respuesta a esta difícil decisión terapéutica,
se ha introducido el concepto de “compra de tiempo y calidad de vida”,20 sobre la base de opciones de
interposición biológica para retrasar el deterioro articular sin comprometer
futuras cirugías. Uno de los pioneros en proponer esta técnica fue Burkhead,9 quien
asoció la hemiartroplastia con autoinjertos (cápsula, fascia lata) o
aloinjertos (Aquiles), y obtuvo resultados variables, pero alentadores para
ganar tiempo y mejorar la calidad de vida. En este estudio, se eligió la
interposición de menisco (que mejor se adaptara a la superficie articular)
sobre la base de las experiencias positivas de supervivencia de los trasplantes
en rodillas degenerativas de pacientes jóvenes, y por las ventajas mecánicas
que ofrece: transmisión de cargas, menor estrés cartilaginoso, absorción de
impacto, estabilidad, lubricación y nutrición condrocitaria.21 Asimismo, la forma del menisco externo
permite que, al unir sus cuernos anterior y posterior, se adapte perfectamente
a la glena y la cabeza humeral, disminuyendo la presión glenohumeral en un 10%
al dispersar las fuerzas.22,23 La
interposición de injerto meniscal busca mejorar la congruencia articular y
actuar como agente biológico de articular. Dentro de las opciones de
preservación de meniscos, tres métodos han sido los más utilizados: congelados,
congelados con irradiación gamma y criopreservados.24 En diferentes estudios, se ha comunicado que el
menisco cadavérico debe ser criopreservado no liofilizado ni irradiado para
conservar su estructura biológica y no perder sus propiedades biomecánicas.21,24-26 La mayoría
de los estudios no especifican el método de conservación del aloinjerto
meniscal. En todos nuestros pacientes, se utilizó aloinjerto de menisco
criopreservado no irradiado, lo que podría explicar nuestros buenos resultados
clínicos al mantener su microestructura. En este estudio, hemos optado por
realizar prótesis de superficie por varias ventajas: recrea mejor la
biomecánica normal al conservar el centro de rotación humeral en comparación
con la hemiartroplastia con tallo, reduce el tiempo quirúrgico y preserva el
tejido óseo facilitando futuras revisiones.20
La artroplastia con interposición de tejidos genera
debate por la variabilidad de sus resultados. Puskas y cols.6 reportaron tasas de fracaso temprano
inaceptables en 17 hemiartroplastias con rejuvenecimiento glenoideo de distinto
tipo. Tres pacientes de 5 tratados con aloinjerto de menisco precisaron
revisiones dentro de los 22 meses de seguimiento. Lee y cols.10 también hallaron complicaciones en el 32%
de 19 pacientes tratados con una hemiartroplastia y aloinjerto de menisco, con
necesidad de reintervención en 6 casos (32%) a los 4.25 años de seguimiento.
Ambos estudios están en contra de esta técnica y proponen a la artroplastia
total de hombro como una opción más predecible y con menor tasa de fallas.
Otros autores han publicado resultados positivos. Wirth2 evaluó a 27 pacientes con artrosis
glenohumeral tratados con una hemiartroplastia y aloinjerto de menisco lateral.
A los 2-5 años, observaron un alivio del dolor y mejor función, aunque con
estrechamiento articular radiológico. En otro estudio, el grupo de este mismo
autor27 evaluó a los mismos
pacientes en un seguimiento a largo plazo (8.3 años), y obtuvieron muy buenos
resultados funcionales, aunque con un 30% de revisiones. A pesar del
estrechamiento articular, la cabeza humeral se mantuvo centrada, posiblemente
por liberación capsular, equilibrio de tejidos blandos, preservación del
manguito rotador y fresado glenoideo.
La controversia en torno a la artroplastia con
interposición de tejidos se ve exacerbada por la relativa escasez de estudios
que comparen directamente sus resultados con los de la hemiartroplastia
aislada. En un estudio de pacientes jóvenes con artrosis glenohumeral, los
resultados fueron desfavorables en ambos grupos, la hemiartroplastia sola fue
superior a la interposición biológica para aliviar el dolor y por la menor
necesidad de revisión.28 Pero es
importante mencionar que la interposición articular se realizó con distintos
tipos de tejido (matriz dérmica acelular humana y aloinjerto meniscal lateral
sin especificar el tipo de esterilización). Esta escasez de comparaciones directas
resalta la necesidad de más investigaciones para determinar qué tratamiento es
mejor para estos pacientes. Desde hace poco tiempo, la hemiartroplastia de
hombro con cabeza humeral de pirocarbono se postula como una opción prometedora
para el tratamiento de la osteoartritis en pacientes jóvenes y activos.29,30 El pirocarbono, un biomaterial con un
módulo de elasticidad similar al hueso, ofrece durabilidad y propiedades
antinfecciosas, además de eliminar virtualmente el riesgo de aflojamiento de la
prótesis al no requerir fijación intramedular.29
En un estudio retrospectivo, Barret y cols.29
evaluaron a 62 pacientes jóvenes y activos (edad promedio 60 años) tratados con
esta prótesis, y comunicaron una supervivencia del 87% a los 10 años. Sus
hallazgos indican que este procedimiento es eficiente y duradero en casos de
glenoides tipo A. No obstante, no se recomienda en pacientes con glenoides tipo
B2 o insuficiencia del subescapular, dado que estas condiciones se asocian con
altas tasas de revisión (44%). Garret y cols.30
evaluaron los resultados en 37 pacientes tratados con cabezas humerales de
pirocarbono en un seguimiento a mediano plazo (5-9 años). Al final del
seguimiento, la erosión glenoidea era mínima (moderada en el 24% y severa en el
8%), con puntajes clínicos satisfactorios. Esta alternativa, aunque aún no
disponible en nuestro medio, representa un avance significativo en la búsqueda
de soluciones duraderas para la artrosis glenohumeral en pacientes jóvenes.
A pesar de los buenos resultados iniciales
obtenidos en nuestra serie, es crucial reconocer que nuestro estudio, al ser
una serie de casos retrospectiva y sin un grupo de control, presenta
limitaciones inherentes para establecer una superioridad definitiva de nuestra
técnica en comparación con otras opciones terapéuticas y los resultados deben
interpretarse en este contexto. Además, al utilizar estrictos criterios de
inclusión, tiene un número limitado de pacientes, lo que dificulta el análisis
estadístico. Si bien hemos observado mejorías significativas en el dolor y la
función a mediano plazo, nuestros propios resultados a mediano plazo (6 años)
en un subgrupo de pacientes, mostraron un deterioro estadísticamente
significativo en los puntajes funcionales y de movilidad, además del desgaste
del menisco, aunque con una mejora sustancial respecto a los valores
preoperatorios, esto indica que la función sigue siendo buena. Es relevante
destacar también que los pacientes con antecedentes de luxofractura
evolucionaron peor que aquellos con inestabilidades previas, lo que sugiere que
la alteración de las tuberosidades afecta la biomecánica y la viabilidad del alomenisco,
considerándolos menos adecuados para esta técnica. En contraposición a las
limitaciones mencionadas, nuestro estudio presenta varias fortalezas: la
homogeneidad de la muestra, el seguimiento clínico y radiológico sistematizado,
y el hecho de que todos los procedimientos fueron realizados por un único
cirujano con amplia experiencia, lo que asegura una importante consistencia
técnica. Además, el análisis funcional a 6 años en un subgrupo, aunque limitado
en tamaño, representa un aporte valioso y poco frecuente en este tipo de
intervenciones.
CONCLUSIONES
La artroplastia de superficie con aloinjerto
meniscal sigue siendo una opción muy valiosa en pacientes jóvenes activos. Con
una estricta selección de pacientes y una adecuada técnica quirúrgica hemos
obtenido buenos resultados en la mejoría del dolor, la movilidad y la calidad
de vida. La preservación del stock óseo representa una ventaja significativa,
que favorece futuras revisiones si fueran necesarias.
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ORCID de M. Caloia: https://orcid.org/0000-0002-8103-3036
ORCID de A. Meritano: https://orcid.org/0000-0001-5419-1859
ORCID de D. Gónzalez
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ORCID de M. E. Serur: https://orcid.org/0009-0009-4222-3724
ORCID de H. Caloia: https://orcid.org/0000-0001-9288-1359
ORCID de A. Davies: https://orcid.org/0009-0005-6313-5441
ORCID de S. E.
Ronconi: https://orcid.org/0009-0000-9562-9976
Recibido
el 11-10-2024. Aceptado luego de la evaluación el 20-6-2025 • Dr.
Gerónimo Chamorro • gch.chamorro@gmail.com • https://orcid.org/0009-0009-3235-3840
Cómo
citar este artículo: Caloia M, Chamorro G,
González Scotti D, Caloia H, Ronconi SE, Meritano A, Serur ME, Davies A.
Prótesis humeral sin vástago y aloinjerto meniscal: ¿se debe abandonar? Rev Asoc Argent Ortop Traumatol 2025;90(4):310-325. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2025.90.4.2046
Información del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2025.90.4.2046
Fecha de publicación: Agosto,
2025
Conflicto de intereses: Los autores no declaran conflictos de
intereses.
Copyright: © 2025, Revista de la
Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología.
Licencia: Este artículo está bajo una
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