OBITUARIO
Prof. Dr. Salomón Schächter
(1926-2025)
Profesor
Emérito de la Université René Descartes, París
Miembro
de la Académie Nationale de Médecine, Francia
Miembro
de la Académie de Chirurgie, Francia
Se fue Salo. Nunca
compartimos actividad hospitalaria, clínica. Nunca lo vi operar. Éramos de
disciplinas distintas. Me es difícil hurgar en el pasado cómo fue que nuestras
actividades se entrecruzaron. Compartí con él otras actividades de nuestro
quehacer médico. Fui miembro de la Comisión Directiva de la AAOT durante su
presidencia. Luego lo acompañé en la SLAOT y en la Facultad de Medicina.
Finalmente, ante la dificultad de que Jorge Romanelli presentara su libro me
pidió que lo presente. Voy a utilizar algunos párrafos, sino la mayoría, de
aquella presentación en la Asociación Médica Argentina, un par de años atrás,
porque creo que, en su lectura, podrán sacar muchos detalles biográficos,
logros y sus legados. Recuerdo que pedí la ayuda a ChatGPT de Open AI.
“Schächter por Schächter. Una historia de
vida”: lo había leído en el verano de 2022. Estaba en Pinamar y era un buen
momento para la lectura. No hice anotaciones al margen, pero anoté muchas
definiciones. No lo leí dos veces porque no quería estudiarlo como un texto.
Quise leerlo como un libro. Quizás volver a él más adelante como con muchos
libros. Pero un libro deja en el lector una sensación. Quizás, como decía
Joseph Conrad, “el autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe
ocuparse el lector”.
En la
presentación del libro, era imperativo que antes reseñemos a su autor. Fue
conocido por muchos, quizás algunos desde diferentes perspectivas. Schächter
fue un reconocido médico, con casi todos los logros, éxitos, posiciones y
premiaciones que un profesional médico puede alcanzar. No le faltaba nada,
excepto escribir aquel libro. Había publicado otros 5, pero este último fue
diferente. Era su historia.
El libro
fue básicamente su biografía, su accionar desde su lejana Tarnopol en Polonia
(hoy Ucrania) donde nació hasta las pampas…. El autor fue el típico argentino,
hijo de inmigrantes (inmigrante él) que vino de Europa
y creció,
se desarrolló aquí. Con pocas exigencias, intuyo escasos derechos y muchas
obligaciones. Muchas de ellas personales. Modificó el entorno en el que se
desempeñó, formó médicos, tiene discípulos. Su paso por los distintos Servicios
dejó huellas. Me contaron que fue un jefe que exigía atención absoluta, cultor
de la puntualidad y la precisión. Se admira su constancia y fundamentalmente su
rigor y honestidad intelectual. Maestro en la cirugía, pero también con gran
respeto por el paciente. Cirujano con precisión absoluta y preciosismo total.
Siempre la misma cantidad de puntos en ATC. Nunca se le oyó levantar la voz,
aunque no era paternalista. En realidad, conozco a Salo desde hace mucho
tiempo, pero nuestro accionar médico asistencial no se cruzó, no coincidimos.
Yo pertenezco a hospitales pediátricos y nuestras especialidades son distintas.
Pero sí lo conozco intensamente en su accionar institucional, societario y
docente. Fue el padrino de mi Tesis de Doctorado. Tuve el placer y honor de
poder secundarlo en su paso por diferentes instituciones científicas y
profesionales. Así conocí su accionar en la Asociación Argentina de Ortopedia y
Traumatología. Luego, en los primeros años 90 como Presidente
de la Sociedad Latinoamericana de Ortopedia y en la Facultad de Medicina de
Buenos Aires, cuando fue Decano, terminando el siglo pasado y comienzos del
actual. También cuando creó el sitio ESCORT, una escuela a distancia de
enseñanza de cirugía ortopédica, unos pocos años después. En la primera, la
SLAOT la llamamos, hace muchos años, disfrutamos brindando conferencias en
lugares, algunos remotos, de Latinoamérica. En la Facultad, le tocaron años
tormentosos. Nos reuníamos a las 6 de la mañana en el café de Marcelo T y
Azcuénaga para arreglar el día. Lástima que no se pudo terminar de encaminar la
Facultad; fue siempre fiel a ideas y principios que la política no pudo
doblegar.
¿Qué debo
decir del libro? Se desarrolla en cuatro sectores principales: Mis comienzos,
Mi trayectoria, Plática con y para mis nietas y nietos, y finalmente Y ahora
qué.
En Mis
Comienzos, relata sus primeros años en una Europa convulsionada y con el tronar
aún lejano, en esos momentos, de la II Guerra Mundial. Era un clima preocupante
y enrarecido, sobre todo para los judíos. Su llegada a Buenos Aires donde su
familia se encuentra con una Argentina segura, amigable y abierta al esfuerzo,
según sus palabras. Era una Argentina de oportunidades. La descripción de su
inserción escolar es muy significativa cuando retrata las dificultades
idiomáticas y su perseverancia. La tristeza se mece entre esas páginas.
En Mi
Trayectoria, esas primeras 100 páginas nos muestran a una persona que tiene una
actitud casi sacerdotal con la medicina. Parece como un sacerdote de la edad
media solo concentrado en el amor y estudio de Dios. Sacerdote o cualquier otro
religioso. Solo para el estudio y ejercicio sin casi intervalos de placer. Una
actitud casi reverencial.
Como
Decano entre sus objetivos los que más sobresalen son el cambio curricular y la
adecuación de la capacidad educativa de la Facultad. Entendía que el currículo
de pregrado debía basarse en el modelo integrado básico y clínico, con la
inserción temprana del estudiante en los lugares donde el saber se debe
combinar con el hacer. La capacidad educativa debería tener el límite de la
oferta de los centros asistenciales. Las continuas y recurrentes opiniones
sobre el estudio, el trabajo y la responsabilidad delinean claramente su
personalidad. Su afirmación de que la ética y la moral se enseñan en el seno
familiar, en la casa, no en la Facultad parece casi una óptica fundamental.
En el
diario La Prensa, a lo largo de algunos meses del 2020, quizás en plena
pandemia, Schächter publicó varias anécdotas con sus particulares reflexiones.
Son imperdibles las historias de Evaristo, las entrevistas con Escardó (Piolín
de Macramé), la anécdota de Sandro y sus relaciones con Ferré, su maestro. Son
tan singulares los relatos como las reflexiones que trascienden. Reflexiones
que cubren un espectro amplio desde la grandeza de la humildad hasta la
comprensión y tolerancia que no pueden faltar en el médico.
En el
capítulo de Plática con y para mis nietas y nietos, se explaya sobre aspectos
tan diversos como: ¿cuál es mi orientación filosófica?, ¿si cree en la
existencia de Dios?, ¿cómo se considera socialmente?, ¿qué es lo que más le
gusta de su trabajo?, el arte, la vida y la muerte, ¿qué otras cosas, además de
la medicina, te gustaría estudiar?, la juventud de mi vejez. Y, en la parte
final de sus charlas con Nico, ¿cómo se ubicaba política, social y
filosóficamente? No lo quiero espoilear, revelar los detalles, pero aquí se
manifiesta la personalidad.
También
debo rescatar una serie de frases y párrafos a lo largo de sus páginas.
En
oportunidad del ingreso de estudiantes, menciona que se debe trabajar con amor
y así se trabaja cuando se lleva en sí el resorte del ideal. Para luego afirmar que el que trabaja en esas condiciones imprime un
sello de juventud a sus acciones y entonces hay juventud cuando se trabaja con
entusiasmo por un ideal.
Asevera
que la ciencia no es mala ni buena, inmoral o moral en sí misma. Es el hombre,
es el científico quien le da, o no, su contenido humano y ético.
La
superespecialización, el tecnicismo y la masificación de la asistencia médica
son, en alguna medida, responsables de que el papel del médico haya declinado
su tradicional sabiduría, su arte y su virtud, declama con alguna nostalgia.
Manifiesta
que su máximo mérito en la vida profesional es haber trabajado intensamente
para, en otro párrafo reunido, se aprende a trabajar trabajando, se aprende a
enseñar enseñando, se aprende a operar operando.
Se repite
a diario lo que el poeta Antonio Machado decía del saber y la cultura, Solo se
pierde lo que se guarda.
Solo se
conserva lo que se da.
Parafraseando
a la madre Teresa: nunca hay que detenerse en la vida. Si uno no puede correr
debe trotar. Si uno no puede trotar debe caminar. Si uno no puede caminar debe
usar un bastón. Si con esto no alcanza debe usar un sillón de ruedas, pero
nunca detenerse en la vida.
En la
parte final, se pregunta “¿Y ahora qué?”. Habla de la vejez. Ejemplifica con un
sarcasmo de un conocido: el ser humano se divide en 4 etapas: infancia, adolescencia, adultez y que bien se lo ve! Habla
de eventuales arrepentimientos y pide perdón por creer haber cometido errores.
Terminé
diciéndole a Salo que me había sentido muy a gusto leyendo su libro, su
historia en lo profesional y en la intimidad hasta su esposa Dulcinea y su
familia.
Sugiero
la lectura de este libro si se desea conocer la vida y obra de Schächter (con
diéresis en la a, como enfatizaba). Su lectura, al menos, me exime, o me hace
más fácil, esta presentación y recuerdo. Intuyo que está casi todo. Déjenme
agregar lo que decía Francis Bacon: Algunos libros son probados, otros
devorados, poquísimos masticados y digeridos.
Prof. Dr.
Carlos Tello
Universidad
Nacional de Buenos Aires,
Hospital
de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”
Dr. CARLOS TELLO • tello@fibertel.com.ar • https://orcid.org/0000-0002-1733-1004
Cómo
citar este artículo: Tello C. Obituario. Prof. Dr. Salomón Schächter. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol
2025;90(6):609-611. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2025.90.6.2257
Información
del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2025.90.6.2257
Fecha de
publicación: Diciembre, 2025
Copyright: © 2025,
Revista de la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología.
Licencia: Este artículo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No
Comercial-Compartir Obras Derivadas Igual 4.0 Internacional. (CC-BY-NC-SA 4.0)